Las 10 verdades universales que aprendemos a partir de los 30

De repente los 30 han dejado de ser la edad de la madurez para convertirse en la época de la incertidumbre, de las mil y una preguntas, pero hay cosas que no han cambiado: si para algo sirve subir el tercer piso, es para abrirte los ojos a cuestiones de esta vida en las que estabas totalmente equivocado. Estas son algunas de ellas.

Hacerse mayor es un asco.

Eso es así: toda la vida deseando crecer, ser adulto para hacer lo que te dé la gana, y resulta que cuando tienes más 30 te das cuenta de que realmente hacías lo que querías cuando eras niño. El trabajo (o la falta de él), la pareja, el banco… son las ataduras más allá de los 30 y aprietan mucho más, muchísimo, que los exámenes o los deberes que te enviaban en el cole. Entonces será cuando desees volver atrás, a la época del patio de colegio.

No hay amigos para siempre.

Y es que la gran de la mayoría de las amistades incondicionales y fuertes que se generan en los primeros años de colegio o en las primeras salidas al parque no sobreviven fácilmente al paso del tiempo. A veces la distancia, otras el cambio de personalidad y en ocasiones también las parejas crecen como un muro entre nosotros y nuestros mejores amigos infantiles del mundo mundial. Es un asco, sí, pero mejor que lo sepas ahora… (Foto: GTresonline)

No te vas a morir de amor.

Vas a sufrir, eso sí. Pero morirse, no se muere nadie por un corazón roto. Aunque duela un huevo. El tiempo todo lo cura y antes de cumplir los 30 años, tiempo es precisamente lo que te sobra. Así que sufre tranquilamente y regodéate en tú dolor, que al final encontrarás a un clavo que saque ése que tienes clavado. (Foto: GTresonline)

A ti también te duelen los huesos.

¡Sorpresa! ¿Creías que nunca que te verías como los abuelos del parque, con la mano en los riñones, caderas o rodillas y protestando por el cambio del tiempo? Pues no. Nadie dice que de repente empiece a dolerte todo el mismo día que cumples 30 años, pero la mala noticia es que algo te dolerá seguro antes de que cumplas 40. No te preocupes: de eso, tampoco se muere. (Foto: GTresonline)

Y tampoco te libras de las arrugas

Y lo siento, pero es mejor decírtelo así, a bocajarro, para que luego no te llames a engaños: tú también te arrugarás, por más que ahora no lo visualices. A partir de los 30 entenderás que lo de ‘vive rápido, muere joven y deja un cadáver bien bonito’ no es tan guay como te parecía antes. Querrás vivir cuanto más mejor. Todos nos arrugamos, otra cosa son las posibilidades de cada uno para estirarse más o menos la piel. Y aunque a nadie le gusta hacerse mayor en el espejo, por dentro hay cosas buenas: la tranquilidad, la experiencia, la serenidad… Todos sacamos siempre algo en positivo. (Foto: GTresonline)

La consabida ‘las noches no son lo mismo’

Y es que, aunque ahora te cueste creerlo, aunque ahora veas tu vida en una espiral continua de noches de desenfreno y mañanas de ibuprofeno, todo se acaba. Como todo en esta vida. Dejarás de salir, no para siempre, pero alternarás menos. Los motivos son varios: el dinero, que los viernes llegas demasiado cansado, que no te apetece ver a adolescentes borrachos… Las razones empiezan a aparecer sibilinamente y, cuando te quieras dar cuenta, acabarán gobernando tu agenda. Pero no te disgustes: piensa siempre que si no sales, es porque no quieres.

Como tampoco lo son las mañana.

A partir de los 30 empezarás a saber cómo son las mañanas de los sábados y de los domingos. Descubrirás el placer de levantarse sin resaca y de tomar un desayuno al sol (o un brunch, que tan de moda están ahora). Cambiarás las copas de la noche por los vermús de medio día y entenderás porque a partir de las 30 la mayoría de la gente queda para vino y queso (y tostas, y quiche, y frutos secos…). Pero no te lo vamos a contar aquí porque sería una lástima despoiler.

Madre no hay más que una.

Y es la misma a la hace no mucho no le hacías ni caso. Ésa que era una pesada, diciéndote siempre lo que tienes qué hacer, con quién tienes qué andar y como tienes que vestir. Y de repente, la re-descubres; eres consciente de todo lo que ha hecho por ti e intentas devolverle tanto cariño y tanto amor, aunque todavía andes un poco perdido y a veces te quedes corto o metas la pata. Ni te preocupes, ni te compliques: un abrazo, un beso y te quiero y será la mujer más feliz del mundo (aunque acto seguido le pidas un tupper). (Foto: GTresonline)

La pizza y la hamburguesa no son los mejores alimentos del mundo.

Nadie negará que tanto una como otra están muy buenas y que resultan más que apetecibles. Pero de saludables, nada. No importa la carne, las verduras y la masa, porque tú y yo sabemos que para lo único que están bien es para el colesterol. Todavía no lo sabes, pero abrirás los ojos en algún momento, take it easy. Y no te agobies, que cumplir los 30 tampoco es renunciar a este tipo de placeres terrenales; simplemente, las consumirás con más mesura.

La ilusión no se ha esfumado, aunque a veces creas que sí.

Te pasará a menudo: esa sensación de que ya nada es como antes y que cualquier tiempo pasado fue mejor, que ya no hay nada que te pueda ilusionar porque ya lo has visto todo… Infeliz: ésta es la primera prueba de que sigues siendo un niñato, aunque no aguantes tantas horas de fiesta. Todos los días puedes sorprenderte. Las primeras canas y las primeras arrugas insinuaban algo antes, cuando la media de vida sobrepasaba por poco los 65 años. Gracias a los avances tecnológicos, hoy en día los 30, créetelo, son los nuevos 20.

Vía Que.es