Descubre por qué los famosos ‘Cheetos’ son malos para el medio ambiente

SemOfUs, una ONG estadounidense con vocación de influencia mundial en defensa de los consumidores de grandes supermercados ha puesto en su punto de mira a los populares Cheetos. O más bien, a la multinacional de los snacks Pepsico, su fabricante y el de un buen puñado de productos estrella como Doritos o las patatas Lay’s. ¿La razón? La utilización masiva para su procesamiento de aceite de palma, el más barato y el más generalizado no sólo en las industria alimentaria sino también en la cosmética y en la química. Y es que las enormes plantaciones de esta planta estan sirviendo para deforestación de los bosques tropicales y la muerte de su fauna
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Podemos correr el riesgo de llegar a pensar que cada vez que comemos un snack estamos ayudando a la deforestación de las selvas del sudeste asiático o Latinoamérica y a la muerte de algún tigre de bengala. O que por nuestra culpa, la vida de miles de agricultores en países como Thailandia, Malaisia, Honduras o Colombia está sumida en la desesperación, la miseria y, a veces, la violencia. Pero resultaría una exageración. Son muchos los grandes fabricantes, como Kellogg, por ejemplo, que han firmadocompromisos -parciales, es cierto- para garantizar una política corporativa medioambientalmente responsable. Otros, como la propia Pepsico, han alcanzado compromisos de buena praxis medioambiental, aunque aplazados en el tiempo.
¿Pero en qué consiste la acción global de SemOfUS? Básicamente en utilizar, una vez más, la presión de la opinión pública con la recogida de 250.000 firmas en internet que acabarán en las planta noble de la multinacional Pepsico en Purchase, Nueva York. Ya se han conseguido casi 226.000 y el ritmo es bueno. En la petición que acompañará a las rúbricas se puede leer: “Dile a PepsiCo que se comprometan a comprar aceite de palma saludable y procedente de selvas tropicales. Pero que la planten y recolecten de manera responsable”. Y es que tanto los bosquestropicales autóctonos como la agricultura tradicional de muchos países están siendo arrasadas para la plantación de gigantescas extensiones de palma aceitera.
 Y los Cheetos no son los únicos en el punto de mira de SumOfUs. Esta ONG ya ha puesto en marcha campañas similares contra las prácticas irresponsables ligadas a la producción aceite de palma deKrispykreme o McDonald. Según la organización, que ya ha logrado victorias parciales junto a socios como Rainforest Action Network y Forest Heros y que goza de mucha influencia en EE.UU., “todos tenemos un interés en detener la destrucción de la selva tropical (…) La victoria es más que posible. Y la presión de los consumidores es útil”. Según su propia campaña, algunas grandes corporaciones ya se han visto “inundadas por cartas de consumidores y correos electrónicos”. O sea, una ofensiva total organizada desde EE.UU, el epicentro de las grandes compañías globales.
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    (Los frutos de la palma africana se utilizan en el proceso y refino de aceite para la gran industria alimenticia)
¿Qué está pasando? No es la primera vez que esta organización pone en solfa a la gran industria alimentaria mundial por sus contratos con empresas productoras locales, en países como Indonesia, Malaisia, Thailandia o Vietnam. Sólo en los dos primeros países se concentra el 85% de la producción mundial de palma aceitera. La propia multinacional estadounidense que fabrica tus Cheetos se ha comprometido a erradicar las malas prácticas medioambientales a partir de 2020 manteniendo plantaciones no peligrosas. Algo que para la SemOfUs es “claramente insuficiente”. “Pepsico controla alrededor del 1% de aceite de palma del mundo y deber ser uno de los líderes del sector en esta lucha. Han dado un paso en la dirección correcta, pero en realidad no se hace lo suficiente para evitar la deforestación”, dijo Katherine Tu, portavoz de SumOfUS.
María Suárez, de aceitedepalma.org, asegura que en lugares como Sumatra, poblaciones indígenas apegados a una forma de vida desde generaciones, a la agricultura y la caza tradicional, se han vistodesplazados de la tierra de sus ancestros ante el empuje de la gran industria y las plantaciones de palma aceitera. “En muchos casos, a estas poblaciones se les realizaron promesa de mejora económica, y bienestar que se han visto defraudadas y que han cambiado por completo su existencia. Han pasado a los trabajos precarios, mal pagados y a tener la palma como única alternativa de vida. Así, por reacción, ha surgido un importante movimiento indigenista y proyectos muy interesantes de microcréditos ligados a la plantación sostenible de la palma. Algo está cambiando”
Tom Kucharz, miembro de Ecologistas en Acción, es muy crítico con las corporaciones industriales que utilizan aceite de palma e introduce otro tema delicado ya que su producción, a menudo, no sólo está ligada a problemas medioambientales en Asia. En otras zonas del planeta como en Sudamérica su producción y control ha estado relacionado desde hace años a gravísimos contenciosos en materia de derechos humanos. “Durante los primeros años del siglo XXI , en Colombia, entre cuatro y seis millones de hectáreas propiedad de agricultores desplazados violentamente pasaron a manos de los grupos paramilitares. Fueron desalojadas a sangre y fuego y sus antiguas tierras están o estuvieron dedicados en parte al cultivo de palma aceitera. Sólo en 2004, por ejemplo, hubo más de tres millones de desplazados internos, 22.000 homicidios y un índice de pobreza del 64%, en aquellas áreas. Y el fenómeno se repitió casi miméticamente en otros países como Brasil u Honduras”. En su opinión, la industria del aceite de palma, “incluso en los proyectos sostenibles medioambientalmente, usa trabajo esclavo y provoca desplazamientos forzados”.
Kruzarz, periodista y filósofo de formación se refiere a otro problema añadido. “La UE se ha convertido en otra amenaza por el uso energético del aceite de palma. Sus directivas en materia de energías renovables ha lanzado a muchas empresas a la producción de biocombustible fuera de nuestras fronteras en Indonesia, Malaisia, Colombia o Brasil. Así, mientras nos procuramos energía pretendidamente verde en Europa, provocamos deforestación fuera. Además, con el cambio de uso del suelo que estaba destinado a maíz y otros cultivos tradicionales y que pasa a ser monocultivo de palma africana se reduce la biodiversidad y la pérdida de bosque natural”. Pero aún hay más:según la explicación de este experto esta sustitución tiene  un grave impacto en termino de cambio climático: el suelo seco y deforestado libera a la atmósfera carbono de sedimentación que se convierte en dióxido de carbono, “Una auténtica bomba de relojería que ha convertido a Indonseis y Malaisia en países muy contaminantes”. O sea, una Europa limpia a costa de países en vías de desarrollo cada vez más ‘sucios’.

LA IMPORTANCIA DEL PRODUCTO

Tal y como detallan desde la OCU, el aceite de palma es el más utilizado del mundo, por delante del de soja o el de colza. Y la razón es muy sencilla, es el más barato y el que mayor rendimiento y producción brinda por hectárea. Así, la ecuación es fácil. Se produce a partir de los frutos de la palma africana -Elaeis guineensis- y se ha convertido en una materia prima usada a nivel global para la elaboración de una gran cantidad de productos de la industria alimenticia y cosmética. El aceite de palma en el proceso de elaboración de alimentos está desplazando a las grasas hidrogenadas, que se han demostrado nocivas para la salud. No obstante, este aceite es muy rico en grasas saturadas, por lo que está lejos de ser una alternativa idónea desde el punto de vista del equilibrio nutricional y es preferible no abusar de él. Además de esta industria se utiliza en otras para elaborar jabones y detergentes e incluso las populares velas, sustituyendo a la parafina.
Al margen de los inconvenientes nutricionales, el problema es que los productores locales plantan y recolectan la palma de manera irresponsable roturando grandes superficies de bosque virgen provocando la deforestación de los grandes extensión de naturaleza tropical autóctona y la huida de su hábitat cuando no la muerte de muchos animales, algunos protegidos como el orangután. Y sus clientes, las grandes corporaciones, no siempre actúan en consecuencia, bien cambiando de proveedor, bien forzando mejoras en el proceder de éstos.