Este chico rompió un cristal de su casa cuando estaba molesto, pero la reacción de la madre sorprendió a TODOS

Ser padre o madre soltera no es nada fácil, ya que la mayoría de las veces no se está preparado para asumir ambos roles en uno solo. Pero por más duro que esto parezca, es una circunstancia que se debe asumir de la mejor manera.

Es prácticamente imposible evitar las peleas entre padres e hijos, ya que durante esas discusiones se ven involucrados los problemas sentimentales, laborales y económicos; pero algo que se debe tratar de evitar es responder con gritos y enfadados. Una alternativa algo complicada en la que se debe controlar el temperamento y pensar en lo mejor para los hijos.

Justo ésa fue la lección que nos quiso dar esta madre, que hace algunos meses compartió la experiencia tras un suceso familiar lleno de ira. Su pequeña historia conocida como “Cosas rotas” se volvió viral, ya que ha sido la fuente de inspiración de muchos padres a no incrementar la enemistad con los hijos durante una discusión familiar.

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“Este era mi pasillo el pasado miércoles: roto, afilado y traicionero. Así estaba. Fue mi hijo quien lo hizo.

A veces, o muy a menudo en realidad, las cosas se rompen irreparablemente, y te dejan sin aliento… en ese instante.

A mí se me cortó la respiración cuando mi hijo irrumpió en el baño, frustrado, enojado y harto de sus propias (y muy importantes para él) razones. Momento en el que decidió cerrar de un portazo la puerta del baño, provocando que el pesado espejo de la entrada se cayera al suelo, rompiéndose en un millón de pedazos.

Me quedé callada, observé el daño y respiré profundo. Saqué al perro fuera para que no se cortara las patas y puse al gato en el sótano por la misma razón.

Salí al patio trasero y sentí mis cálidas lágrimas deslizándose por mi rostro. Es increíble cuán solos nos podemos sentir los padres solteros en momentos como éste. Me di cuenta también de lo asustada y decepcionada que me sentía. ¿Realmente ha pasado esto? Sí, era real.

Mientras estás de pie considerando si esto era un indicativo de su carácter y desarrollo, escuché su llanto a través de la ventana del baño. Su alma estaba dolida, y supe que él tampoco esperaba eso.

‘Hola ira, no recuerdo haberte invitado a mi casa’. Y lo imaginé asustado, avergonzado y preocupado.

‘Respira profundo, mamá guerrera, respira profundo’. -Me dije- ‘Esta pequeña y frágil alma te necesita ahora, te necesita en tu mejor estado y con tu mayor compasión, tu más gentil, suave y firme amor; tu seguridad de madre. Respira profundo de nuevo y vamos, mamá’.

Ve ahora, abre la puerta de la entrada, esquiva los cristales rotos, escúchale mientras nota que te acercas, mira por la rendija entreabierta de la puerta del baño; mira la cara que más amas en el mundo, roja de preocupación y húmeda de llanto’. Su voz de repente suena tan pequeña: ‘Mamá, no lo volveré a hacer, lo siento tanto’. Más lágrimas, más llanto; tanta incertidumbre en su dulce rostro.

‘Ve mamá, tómalo y ponlo en tu regazo. Sí, también estás llorando ¡maldita sea!, esto es importante. Sujétalo fuerte, mira cómo se hace un ovillo en tus brazos con rapidez, mira que dispuesto está a que le quieras, a que le des seguridad. Mira que pequeño está todavía, mira lo frágil que es su espíritu’.

– ¡Te quiero!

– Estás a salvo

– Estoy justo aquí

– La peor parte ya pasó

– ¡Te quiero!

‘Háblale de ira, díselo ahora. La ira es un sentimiento muy poderoso, tienes derecho a sentir ira, pero la ira quema; puede purificar, pero también puede destruir. Él asiente, lo siente; él acaba de conocer la ira’.

Hay una mejor forma de demostrar tus sentimientos. Vamos a trabajar en esto juntos… mañana. Estoy aquí para ayudarte. Estás seguro, no estarás solo en tu ira. Nunca estarás solo con tus miedos. Estoy aquí, estamos aquí juntos. Ahora limpiaremos juntos.

Y así limpiamos los trozos rotos, barrimos y aspiramos. Fue un trabajo silencioso, cuidadoso; fue un trabajo reflexivo.

A veces las cosas se rompen, algunas veces las rompemos, no es la ruptura lo que importa sino el cómo y por qué. Lo que importa es cómo elegimos responder a este hecho; ¿esto nos daña?, ¿nos empuja a una espiral descendente de culpa y castigo?

¿O nos ayuda a recordar cómo amar más profundamente?, ¿o nos empuja hacia la compasión por encima de lo ‘correcto’ e ‘incorrecto’, hacia el amor?

Ve mamá, ve ahora, toma a este bebé tuyo y enséñale esto; enséñale esto, vive esto. Se llama amor: ¡Ahora, ve!”

– Kathleen Fleming

¿Y tú qué hubieses hecho en su lugar?