Tres leyendas urbanas paranormales que no te dejarán dormir esta noche

Te retamos a que leas estas leyendas urbanas a la noche y cuando estés solo/a. Echa un vistazo:

1. El Túnel de los Gritos

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Cerca de las Cataratas del Niagara hay un pequeño túnel, en el cual se asegura que habita el espíritu de una niña que fue quemada viva en su interior por su propio padre. 

El túnel es un oscuro paso bajo las vías del tren, en el que habitualmente la niebla impide ver más allá de tu propia mano, y son cientas las personas que aseguran haber sentido una presencia cuando lo estaban cruzando.

Hace más de un siglo había algunas casas en los alrededores del túnel, una de ellas ocupada por una familia rota debido al alcoholismo del padre, quién se había vuelto un hombre violento y golpeaba a su mujer y su única hija cada vez que se emborrachaba.

La situación empeoró cada vez más con el tiempo, y pese a que la mujer toleraba los golpes esperando que algún día todo volviese a ser como antes, finalmente se armó de valor y pidió el divorcio.

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El hombre se enojó tanto que tomó una lámpara de aceite y amenazó a su mujer y su hija con prender fuego la casa con ellas adentro si intentaban irse.

Ellas se asustaron, pero la madre decidió enfrentarlo de todas formas y comenzó a empujarlo para intentar dejar la casa, él lanzó la lámpara contra un mueble de madera y de inmediato comenzó a consumirse, entonces se dirigió hacia su esposa y la golpeó tan fuerte que cayó al suelo y la dejó inconsciente.

La niña, al ver la escena escapó presa del pánico, corrió tan rápido como pudo, intentando llegar a la casa de sus vecinos, al otro lado del túnel, pero su huida no tuvo éxito (claramente, por algo existe esta historia), cuando se encontraba en la mitad del oscuro tunel tropezó y cayó al suelo, levantó la vista y vió como su padre la alcanzaba, ella quedo paralizada, él vertió el aceite sobre su hija y entonces se escuchó un sonido espeluznante, el de un fósforo.

Los gritos de dolor de la niña mientras era consumida por el fuego fueron tan desgarradores que quedaron impresos por la eternidad entre las paredes de ese túnel, que desde entonces es llamado “Túnel de los gritos” (Screaming Tunnel en inglés), el destino del hombre núnca quedó claro, algunos afirman que escapó, y otros que se alejó del lugar y pasado un tiempo se quitó la vida, otros también dicen que regresó a la casa en llamas para quemarse vivo junto a su mujer (aunque creo que puede ser para darle un poco de drama a la historia, como si ya no lo tuviera).

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Lo que sí es cierto es que son pocos los que se animan a atravesar el túnel de noche, y esos que sí lo hacen afirman que hay una presencia negativa en su interior, que los vigila. Se dice también que si prendés un fósforo o un encendedor dentro del tunel se puede escuchar a una niña gritando y el fuego se apagará rápidamente, como si alguien lo soplara.NOTA: Esta es una de las versiones de la famosa historia, en otra versión no se toma en cuenta a la familia de la niña, sino que ésta toma un atajo por el túnel siendo interceptada por unos violadores, quienes abusan de ella y luego, para evitar que hable la prenden fuego allí mismo, en definitiva el resultado es el mismo: túnel y gritos.

Encendiendo fósforos en el Túnel de los Gritos

2. Amigo Invisible

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Casandra era una niña tímida de 6 años, ella prefería jugar con sus muñecas antes que con otros niños. Por eso no le resultó duro dejar su colegio y su barrio cuando sus padres decidieron mudarse.

En un principio a sus padres les preocupaba el cambio pero sabían que en un tiempo ella iba a disfrutar su nuevo hogar. La casa era una vieja mansión con un gran jardín, tobogán y hasta una pequeña casa en un árbol.

Casandra tenía mucho espacio para jugar, demasiado para su gusto, y eso la volvió más solitaria. Solía subir con sus muñecas a la casa del árbol y pasaba allí horas hablando sola, según ella, con su amiga Ana. Los padres no le prestaron mucha atención, pensaban que eran normales los amigos imaginarios a esa edad y que cuando terminen las vacaciones iba a hacer nuevos amigos en la nueva escuela.

Con el tiempo el comportamiento de Casandra fue cada vez más extraño. Cada día pasaba más rato “refugiada” en su casa del árbol y hablaba menos con sus padres. Ellos podían escucharla hablar con su amiga Ana por horas. Pero lo que más les preocupaba era que Casandra cada vez conciliaba peor el sueño; sufría pesadillas frecuentes y decía cosas como “tengo frío”, “no puedo ver” o “ayuda”. Una noche la madre escucho pasos en el pasillo y le aviso a su esposo que fuera a ver qué era. Cuando él salió vio a su hija caminando sin un rumbo fijo, la niña parecía sonámbula y cuando su padre la llamó, Casandra se despertó completamente sorprendida y sin saber que hacía de pie afuera de su cuarto.

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Cada vez las incursiones nocturnas de Casandra eran más atrevidas y cada vez se alejaba más de su habitación. Sus padres temían que la niña saliera a la calle de noche así que decidieron llevarla a una clínica del sueño para que monitoreen sus hábitos al dormir y poder tratar su sonambulismo. Pero tras pasar dos noches allí no se detectó nada raro, durmió sin interrupción alguna toda la noche. El psicólogo les confirmó que ella tenía una amiga imaginaria llamada Ana y que tenía su misma edad; les dijo que este tipo de comportamiento era frecuente y le recomendó a los padres que pasen más tiempo con ella y que trataran de relacionarla con chicos de su edad para que poco a poco se centre en relaciones reales.

Los padres hicieron todo lo que les pidió el doctor pero parecía que solo empeoraba las cosas, Casandra cada vez tenía más episodios de sonambulismo y en varias ocasiones el padre la encontró a punto de salir al jardín. La niña parecía cada día más agotada y con el cansancio era como si cada noche tuviera menos control y pasara más tiempo sonámbula.

Una noche el padre sintió como alguien bajo la escalera, al ver a su hija en la escalera un frío helado le bajó por la espalda. Al contrario como en otras noches, cuando llamó a Casandra la niña lo ignoro por completo y solo lo miró fugazmente antes de salir al jardín. Los ojos de la niña parecían otros. Aterrorizado, bajó las escaleras y salió corriendo detras de ella mientras la niña avanzaba hacia la casita del árbol; cuando estaba a pocos metros del lugar, la niña se agachó mientras balbuceaba algo que su padre no podía entender.

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Casandra comenzó a excavar el suelo con sus propias manos en el momento que su padre la alcanzó y cuando se puso a su lado la escuchaba decir por lo bajo “tengo que salir, aquí hace mucho frio”. Su padre la abrazó y sintió el cuerpo casi congelado de su hija, que no respondía y luchaba por seguir cavando. La niña comenzó a lastimarse las manos con la tierra y las piedras del suelo y hasta se había roto varias uñas pero parecía no despertarse. El padre no sabía que hacer para que su hija lo escuchara.Al padre, en un instante de lucidez, decidió dejar de llamarla por su nombre y la llamo “Ana”, en ese mismo instante la niña dejó de intentar escaparse y se lo quedó mirando fijo.-Ana, ¿eres tú?– dijo el padre.

La niña lo miró fijo durando unos segundos y luego se desmayó, al instante abrió los ojos nuevamente y esta vez era la misma Casandra que parecía sorprendida de encontrarse en los brazos de su padre en el jardín, en el medio de la noche y con un gran dolor de manos. La llevó con su madre para que la limpie y le cure las manos mientras que él bajó con una linterna y una pala al jardín, sabía que tenía un asunto pendiente.

Al llegar al pozo que había empezado a cavar su hija o, más bien, Ana sintío un gran escalofrío pero ignoró el miedo, intuía que se encontraba cerca de la explicación al comportamiento de su hija por las noches. Comenzó a cavar y a los pocos minutos se encontró con algo que le llamó la atención. Era una mano muy pequeña y huesuda, del mismo tamaño que la de su hija, eran tal la similitud que sintió una gran tristeza y rompió en llanto. Entró a la casa y entre sollozos le pidió a su esposa que no saliera bajo ningún motivo mientras él realizaba una llamada.

Al rato llegó la policía con un equipo forense para encontrar el cadáver de una niña de seis años. Investigaciones demostraron luego que se trataba de una pequeña llamada Ana que había desaparecido hace varios años en un pueblo cercano. Al parecer Ana había sido asesinada ya que su cuerpo presentaba signos de violencia. El dueño anterior de la mansión la había enterrado en su propio jardín ya que nadie podría buscar allí sin una orden judicial.

La familia de Casandra se mudó a otra casa a las pocas semanas y nunca más tuvo contacto alguno con Ana.

A partir de entonces se dice que todos los niños que vivieron en esa gran mansión siempre tuvieron a una amiga imaginaria a la que llamaban Ana.

3. El Puente de los Lamentos

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Ésta es una de las leyendas urbanas más aterradores, se trata de un puente, en el cual se dice que si detenés el vehículo por la noche, se escuchan los lamentos y llantos de un bebé. 

La historia comienza con un joven llamado Tom, quien viajaba de noche por una carretera de Ohio (EE.UU), iba escuchando una de esas radios que hablan de salvaciones eternas, mientras se preguntaba cómo era posible que las personas creyeran en esas cosas.

Estaba tan indignado con el tema que casi no se dio cuenta de la joven que caminaba por la carreta haciéndole gestos para que se detuviera. Él lo hace, y ella le agradece, explicándole que tiene mucha prisa porque su bebé la está esperando y que ya se le había hecho de noche.

Tom, aunque no acostumbra a recoger desconocidos por la calle, se ve conmovido por la chica y acepta acercarla hasta su casa, ella le explica que no queda muy lejos, que solo deben llegar hasta el próximo puente, a un par de kilómetros.

A él le parece un poco extraño que ella hablara de su bebé, ya que no parecía tener más de 14 años, pero decide que es mejor no preguntar, la chica estaba vestida con ropas que parecían del siglo pasado, así que dio por sentado que se trataba de una chica amish, y “en esas culturas nunca se sabe” pensó.

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Al acercarse al mencionado puente, la chica le pide que se detenga, él reduce la velocidad hasta que como por arte de magia, llegando al puente el auto se detiene solo, las luces, la radio y la calefacción se apagan.

Tom comienza a sentir miedo, además parecía que todos los animales que habitan en la noche se hubieran puesto de acuerdo para guardar silencio, no se escuchaba absolutamente nada, ni siquiera el viento.

En medio del completo silencio comienza a escucharse el llanto de un bebé, era como un susurro que cada vez se hacía mas fuerte y cuando voltea para ver a la chica, ella ya no estaba, lo cual comienza a asustarlo ya que si se hubiese bajado del auto, la puerta habría hecho algún ruido.

Tom decide bajar del vehículo y caminar hacia el borde del puente, donde el llanto del bebé parecía escucharse más fuerte, él no era un hombre valiente, pero se encontraba “como hipnotizado”.

Decide descender hasta el borde del río, para acercarse más, así que camina hacia la entrada del puente y baja por unos laterales, entonces siente un escalofrío que lo deja inmóvil, podía sentir como alguien lo miraba desde el puente, una mirada fija que le helaba la sangre.

Lentamente levantó su cabeza y lo que vio casi lo hace caer al suelo de la impresión, la chica que acababa de traer hasta el puente, mejor dicho, su cuerpo, colgaba desde el puente con una cuerda atada al cuello, sus fríos ojos de muerta lo miraban fijamente, y parecía llevar allí varios días.

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Una vez más escuchó el llanto del bebé, proveniente del río, y al voltear su cabeza en esa dirección, pudo ver el cuerpo de un recién nacido flotando boca abajo. El pánico lo obliga a correr tan rápido que iba tropezando por el camino, llega a su auto y se mete en él, pero no consigue hacerlo arrancar, y ese llanto de bebé se escuchaba cada vez más y más cerca, su estado de desesperación lo lleva a bajarse del coche y comenzar a empujarlo, y tan misteriosamente como se había apagado, vuelve a encenderse al cruzar el puente.

Hoy en día prácticamente todo los puentes antiguos tienen su propia leyenda, pero el Puente de Los Lamentos (Crybaby Bridge) es uno de los mas conocidos, la historia de una madre joven que en su intento de ocultar su embarazo lanza a su bebé al río, y luego, víctima de la culpa se termina suicidando en el mismo lugar, ya sea ahorcándose o lanzándose al río ella también, sea cual sea la versión original, todas terminan con el llanto del bebé que se escucha en el puente y una madre que intenta llegar a el, pidiéndole ayuda a los conductores. Incluso hay algunas versiones que dicen que el espíritu de la madre puede incitarte al suicidio. En otras versiones se habla de un orfanato, en el cual torturaban a los niños, y que algunos intentando escapar por el río se ahogaron y son sus lamentos los que se escuchan en el puente.