11 grandes historias de personas que sobrevivieron de la manera más increíble posible

Cada vez que veo en las noticias o películas algún accidente aéreo, o uno en general, como una explosión, me pregunto si seré capaz de sobrevivir a una experiencia así. De por sí las posibilidades de supervivencia ante un accidente extremo son muy pocas, pero hay personas que lo han hecho y sus historias son sorprendentes.

Hemos compilado algunos ejemplos de lo que podría clasificarse como un milagro, ya que las probabilidades de sobrevivir en estos eventos son casi nulas; y aún así, estas personas vivieron para contarlo.

Creo que después de esto nos sentiremos agradecidos de estar vivos, ¿no es así?

1. Atrapado en un barco hundido durante 60 horas

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Harrison Okene trabajaba de cocinero en un remolcador nigeriano, cuando una gran ola se estrelló contra el buque, rompió su cuerda de remolque y lo volteó. Okene se encontraba en el baño en ese momento, pero fue capaz de hacer su camino hacia la oficina de ingenieros. Allí encontró una bolsa de aire, mientras el barco caía al fondo del océano; así construyó un pequeño lugar para descansar, esperando lo peor.

Por fortuna, el cocinero fue encontrado 3 días más tarde, después de haber pasado 60 horas en el agua helada, vistiendo sólo su ropa interior, sin alimentos ni agua limpia. Los buzos sólo buscaban recuperar los cuerpos de las personas fallecidas, pero descubrieron que el hombre seguía vivo. Se le dio auxilios inmediatos, y fue llevado a la superficie. El hombre, en estado de shock, declaró que no sabía cuántos días pasaron, ni cómo lo logró. Es un episodio que pretende borrar para siempre de su memoria y ha jurado no volver nunca al mar.

2. Choque de avión en los Andes

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En octubre de 1972 un avión que llevaba a 45 personas se estrelló en los Andes y solo 27 personas sobrevivieron. Sin comida, y con terribles climas, los sobrevivientes tuvieron que alimentarse de los cuerpos de los fallecidos; además, usaron el avión como refugio.

Su búsqueda duró 8 días, pues las condiciones hacían casi imposible que alguien lograra vivir tanto tiempo. No tenían la ropa adecuada para estar en la nieve, y cuando escucharon que la búsqueda se había cancelado, perdieron toda esperanza.

Pasaron dos meses hasta que dos hombres emprendieron un viaje de 10 días en busca de ayuda, y lo lograron. Al lugar fueron enviados varios equipos de rescate que ayudaron a las 16 personas que aún vivían para ese entonces.

3. Una broca de 18 pulgadas a través de la cabeza

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Sí, alguien sobrevivió a esto. En el 2003, un constructor llamado Ron Hunt trabajaba encima de una escalera con un enorme taladro. Desafortunadamente, la escalera estaba mal asegurada y él cayó al suelo. Aventó el taladro cuando se dio cuenta de que este resbalaba, pero inevitablemente cayó justo sobre la herramienta, la cual atravesó toda su cabeza.

Sin embargo, por alguna clase de milagro, la punta no alcanzó su cerebro, y por ello sobrevivió. Solo perdió un ojo y se dañó algunos nervios, pero aún puede contar la historia.

4. Succionado fuera de la cabina de un avión

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En junio de 1990, una ventana mal asegurada en el vuelo 5390 de British Airways se abrió a 5.000 metros del suelo. El vuelo era rutinario, pero todo salió mal. El parabrisas izquierdo explotó y provocó una rápida descompresión que succionó al capitán Tim Lancaster fuera de la aeronave. Su torso superior estaba afuera, pero sus piernas seguían atrapadas en los controles de vuelo. Con los escombros y el viento volando alrededor de la cabina, la cubierta de vuelo quedó severamente dañada.

Por fortuna (y antes de los eventos del 11 de septiembre), un auxiliar de vuelo fue capaz de entrar a la cabina y tomar las piernas de Lancaster, mientras que el copiloto comenzó el descenso de emergencia. Trataron de llegar a los servicios de emergencia, pero la consola de radio estaba dañada.

Ambos pensaban que Lancaster estaba muerto: la temperatura fuera de la cabina era muy fría, y los vientos de 555 kph golpeaban su cuerpo cual muñeca de trapo; en tales circunstancias cualquier persona habría muerto en cuestión de minutos, sin embargo, se aferraban a él para asegurarse de que no volara hacia los motores.

Veinte minutos más tarde aterrizaron en el aeropuerto de Southampton y Lancaster aún estaba vivo. Sufría de congelación, moretones y tenía fracturas en el brazo derecho, el pulgar izquierdo y la muñeca derecha; sin embargo estaba bien y a los 5 meses estaba volando de nuevo.

5. Sobrevivió no a una, sino a dos bombas nucleares

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No hay muchas personas que puedan decir que sobrevivieron a una explosión nuclear, pero Tsutomu Yamaguchi sí que puede. Él se encontraba en Hiroshima en un viaje de negocios, y estaba a punto de regresar a su hogar. Mientras ordenaba sus documentos de transportación, una bomba calló a 3 kilómetros del lugar, la cual le ocasionó quemaduras severas; no obstante los oficiales pensaron que sus heridas no eran lo bastante peligrosas como para ser hospitalizado, así que lo mandaron a Nagasaki.

Al llegar ahí, intentó explicarle a su jefe lo que había sucedido, pero no creyeron que existiera una bomba lo suficientemente grande para destruir una ciudad entera. Entonces, una segunda bomba cayó a escasos kilómetros de donde se encontraban. Una vez más, Yamaguchi sobrevivió, esta vez sin un rasguño.

Aparte de la fiebre y los vómitos, no mostró ningún síntoma evidente de intoxicación por radiación. Murió a los 93 años de cáncer de estómago.

6. Atravesado por un acelerador de partículas

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Anatoli Bugorski fue un científico soviético e investigador del Instituto de Física de Alta Energía en Proteínas. Él trabajaba con el acelerador de partículas más grande del mundo, cuando notó un mal funcionamiento; se inclinó para revisarlo y el mecanismo de seguridad falló… el haz de protones le disparó directamente en la nariz.

Al ver un destello más brillante que cualquier sol, el rayo quemó partes de su cara, huesos y tejido cerebral, además recibió una dosis letal de radiación.

Se esperaba que muriera, pero no fue así, de hecho, no tuvo efectos adversos a largo plazo, salvo convulsiones ocasionales y parálisis facial. Incluso llegó a completar su doctorado.

7. Clavos en la cabeza

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Un hombre no identificado de Oregon llegó a la sala de emergencias una noche, quejándose de un dolor de cabeza. Al no ver nada físico, lo enviaron a una radiografía y descubrieron que tenía 12 clavos incrustados en su cráneo, tan profundos que los médicos no pudieron verlos inicialmente. Había seis de ellos agrupados entre su ojo derecho y oído, dos debajo de su oreja derecha y cuatro en el lado izquierdo de su cabeza; no obstante ninguno perforó sus vasos sanguíneos o el cerebro.

Cuando sacaron los clavos con pinzas de punta de aguja y un taladro, el hombre confesó que se había drogado con metanfetamina y se intentó suicidar, así que se disparó con una pistola de clavos en la cabeza; y después de que los primeros no funcionaron, siguió intentando en diferentes lugares.

Después de retirarle los clavos, fue trasladado a un centro psiquiátrico, donde permaneció durante un mes. Finalmente se retiró contra las órdenes de los médicos y desapareció, sin efectos físicos duraderos.

8. Autocirugía en medio de la Antártida

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Leonid Rogozov fue un médico que formó parte de la 6 ª Expedición Antártica Soviética en 1960. Era el único médico en la estación de Novolazarevskaya y, estando allí, desarrolló apendicitis. Así que al ser el único médico no tenía otra opción y decidió operarse a sí mismo.

Con la ayuda de su meteorólogo para sostener un espejo, usó un anestésico local para adormecer el área y luego cortó su propia piel. La cirugía tomó alrededor de 2 horas, ya que Rogozov tuvo que tomar descansos para recuperarse.

Volvió a trabajar como médico de la estación en 2 semanas y no sufrió ningún efecto secundario de su propia cirugía.

9. Sobrevivir en el hielo antártico durante 3 años

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La desafortunada Expedición Imperial Trans-Antártica, dirigida por Sir Ernest Shackleton, se presumía perdida cuando su nave había sido destruida. Afortunadamente, los 28 hombres en esa expedición fueron liderados por un rudo macho alfa.

Cuando la nave Endurance quedó atrapada entre témpanos de hielo, todos abandonaron el barco y construyeron tiendas de campaña en el lugar. Pasaron ahí varios meses entre fuertes y fríos vientos, pero esperaron hasta que la nave flotara lo suficiente para rescatar los botes salvavidas.

Cuando el hielo comenzó a agrietarse, levantaron el campamento y remaron por semanas en los barcos salvavidas a través del océano polar, a temperaturas de -30 grados. Finalmente aterrizaron en la desolada Isla del Elefante, por lo que Shackleton dejó a 22 hombres en la isal y llevó a seis a navegar junto a él en busca de ayuda. Finalmente llegaron a la isla de Georgia del Sur, donde tres hombres desafiaron el interior montañoso de la isla para obtener ayuda y arreglar el rescate.

Todos los 28 hombres sobrevivieron a la expedición, tras más de un año acampando en el Ártico, sobreviviendo al frío extremo y cuidando a los perros de trineo, apareándolos, criando a los cachorros y usando a los viejos como alimento.

10. La caída más alta sin un paracaídas

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Vespa Vulovic trabajaba como azafata en una DC-9 de la Yugoslavia Airlines, cuando una bomba sospechosa hizo que el avión explotara. Ella estaba atrapada en la cola cuando la bomba explotó, así que cayó a tierra -dentro de la cola- a temperaturas bajo cero, y aterrizó en una montaña cubierta de nieve en Checoslovaquia.

Pasó los siguientes 27 días en coma, con una fractura de cráneo, dos vértebras trituradas, una pelvis rota, costillas rotas y ambas piernas rotas.

Ella fue la única sobreviviente del accidente, pero quedó paralizada de la cintura hacia abajo. Finalmente recuperó la movilidad total y volvió a trabajar para la aerolínea, aunque en un puesto de escritorio.

11. Sobrevivió al Desierto del Kalahari, sin piernas

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El piloto y conservador Greg Rasmussen volaba su avión ligero por los desiertos del Parque Nacional Hwange, cuando un viento intenso lo hizo estrellarse. Aunque sobrevivió al impacto, sus piernas estaban pulverizadas y no tenía radio ni agua; sin embargo fue capaz de arrastrarse a la sombra de un árbol y esperar el rescate, aunque la fauna local llegó hasta ese lugar.

Rasmussen pasó las siguientes horas asustando a los buitres, alejándose de los elefantes, golpeando el casco de aluminio de su ruina para distraerlos y ahuyentarlos; luchando contra los leones y las hienas, haciendo todo tipo de ruidos y maniobras.

Después de 24 horas de dolor fue descubierto por otro piloto. Se necesitaron 100 operaciones para curar sus piernas destrozadas.