Durante siglos, el hombre ha estado tratando de encontrar el elixir de la vida eterna. Alquimistas intentaron infructuosamente crear una sustancia mítica capaz de convertir metales en oro y aseguraron que tenía la clave de la inmortalidad. Pero quizá buscaron en el lugar equivocado, porque la respuesta a la vida eterna puede que no esté en la tierra, sino en el mar.
En la ciudad costera de Shirahama, en Japón, un hombre tiene la clave para la vida eterna: las medusas.
Shin Kubota es profesor en el Laboratorio Biológico Marino Seto de la Universidad de Kyoto. Comenzó a estudiar las medusas en 1979, y hay un tipo en el que está particularmente interesado: la medusa escarlata, de apenas 4mm.
“Ellas no mueren” dice Kubota, “rejuvenecen”. Añade que son una de las tres especies de medusas en Japón que se consideran “inmortales”.
“Un día en mi red de plancton, encontré una pequeña medusa escarlata con varios pinchos clavados en su cuerpo”, recuerda. “Pensé ‘pobrecita’ y le quité todos los pinchos, con la esperanza de que quizá pudiera nadar de nuevo. Pero no fue así. La medusa encogió. Y no sólo eso, ¡rejuveneció!”.
No se trata tanto de inmortalidad como de regeneración, pero Kubota cree que estos diminutos animales marinos podían tener el secreto de la vida perpetua.
Cuando una medusa escarlata llega a adulta o se lesiona, se va al fondo del mar. A partir de ahí, regresa de nuevo a su estado infantil, conocido como pólipo. Entonces el pólipo se convierte en una nueva medusa, permitiendo que las medusas pasen de ser de adulto a estado infantil en dos meses.
Kubota ha logrado hacer una medusa rejuvenecer hasta 12 veces en el laboratorio. Pero aún quedan muchas preguntas sin respuesta.
“Me gustaría creer que podría ser aplicado a los seres humanos, porque genéticamente, las medusas y los seres humanos no son tan diferentes”, dice Kubota.