Un estudio recientemente publicado muestra que las personas que beben regularmente tienen menos probabilidades de morir prematuramente que las personas que nunca han tomado alcohol. Has leído bien: se confirmó que la completa abstinencia de alcohol puede llevar a una vida más corta que la de un consumidor consistente y moderado de alcohol.
¿Sorprendido? El estudio, que controlaba a personas entre las edades de 55 y 65, se extendió por un período de 20 años y consideraba variables que van desde el nivel socioeconómico al nivel de actividad física. El estudio, liderado por el psicólogo Charles Holahan de la Universidad de Texas en Austin, encontró que las tasas de mortalidad fueron más altas en las personas que nunca habían tomado un sorbo, menores para los grandes bebedores, y las más bajas para los bebedores moderados, que disfrutaban de uno a tres tragos al día.
De los 1.824 participantes en el estudio, sólo el 41% de los bebedores moderados murió prematuramente en comparación con el altísimo 69% de los no bebedores. Mientras tanto, los grandes bebedores tuvieron mejores resultados que los que se abstuvieron, con una tasa de mortalidad del 60%. A pesar de los mayores riesgos de cirrosis y varios tipos de cáncer, por no hablar de dependencia, accidentes y falta de criterio asociado al consumo excesivo de alcohol, aquellos que toman tienen menores probabilidades de morir que las personas abstemias.
Una posible explicación de esto es que el alcohol puede ser un gran incentivo social y las grandes relaciones sociales son esenciales para mantener la salud mental y física. Los no bebedores han demostrado mayores signos de depresión. Y además de los potenciales beneficios para la salud del corazón y la circulación de la bebida moderada (especialmente el vino tinto), también aumenta la sociabilidad.
Aunque siempre es importante beber responsablemente, este es un estudio que justifica levantar una copa. ¡Interesante!