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El vino es uno de esos productos en cuyo sabor tiene que ver mucho la presentación y la forma en la que se conserve. No sabe igual un vino de tetrabrick o en botella de plástico, que el de una botella de vidrio cerrado con un corcho.
Pese a la facilidad para abrir los primeros, sin más herramienta que nuestras manos, el corcho gana por goleada. Le aporta mayor naturalidad al conjunto y forma parte del ritual que significa degustar el líquido de Baco. Aun así, más de una vez nos hemos encontrado que no disponíamos de un abridor para sacar un corcho, o que este se ha partido y de nada nos sirve el sacacorchos.
Con estos 10 trucos y algo de tu maña, no volverás a tener este problema nunca más.