Las 7 mentiras cotidianas que todos hemos usado alguna vez

Da igual que te consideres una persona muy sincera, que no tiene problemas en decir lo que piensa en cada momento… Seguro que en alguna ocasión has tenido que recurrir a alguna de las pequeñas mentirijillas que aparecen en esta lista. Por que aunque lo cierto es que a veces pueden resultar muy poco convincentes, en más de una ocasión también nos salvan de buenos aprietos. Y es que, ya lo decía el Doctor House: “Todo el mundo miente”.

“Esta semana te llamo y nos tomamos un café”

Suele pasar que te encuentras a alguien por la calle a quien llevas mucho tiempo sin ver y os pasáis 20 minutos poniéndolos al día de vuestras vidas. Como llevas un poco de prisa, comentas que te tienes que ir, pero emocionad@ por la conversación se te escapa un “venga, que esta semana te llamo y nos tomamos un café”.

Sin embargo, antes de marcharte ya te estás arrepintiendo de haber pronunciado la dichosa frase. Porque en el fondo sabes que no la vas a cumplir ya que tienes otras mil cosas que hacer o simplemente porque tampoco te apetece tanto. El caso es que al final la llamada no se produce nunca y tú quedas fatal.

“Te prometo que no se lo voy a contar a nadie”

Esta escena es muy típica. Sabes que un amig@ tuyo se ha enterado de algún cotilleo que tu desconoces pero se niega a contártelo. Como somos curiosos por naturaleza, esta situación nos puede. Aunque al principio finjamos que tampoco nos interesa tanto, lo cierto es que casi siempre acabamos suplicando que nos cuenten de una vez ese secreto que parece tan interesante. “Por favor, dímelo, te juro que no se lo voy a decir a nadie”, pedimos con la cara de pena que mejor sabemos poner.

Sin embargo, si tenemos la suerte de que al final la otra persona ceda y te revele la información, lo primero que haces es coger el teléfono y compartir el secreto con otra persona.

“Muchas gracias por el regalo, ¡me ha encantado!”

Hay pocos momentos más incómodos que cuando alguien te hace un regalo con toda su buena intención pero a ti te parece la cosa más horrible que has visto en mucho tiempo. Aunque hay unos cuantos valientes que se atreven a ser sinceros y reconocer que no les ha gustado demasiado, la mayoría de la gente opta por mentir, para no herir los sentimientos de la otra persona.

Cuando te ves en esta situación, normalmente pones tu mejor cara y una sonrisa que resulte creíble, mientras comentas lo muchísimo que te ha gustado y que no hacía falta que se hubiera molestado. Sin embargo, en el fondo estás pensando: “cómo se puede tener tan mal gusto… A ver si me da el ticket y puedo devolverlo sin que se entere”.

“Yo no he sido, ya estaba así”

¿Cuántas veces has tocado algo que no era tuyo con tan mala suerte de que te lo has cargado sien querer? Seguro que unas cuentas… Y es que somos así, la curiosidad nos puede y a veces no podemos evitar cotillear cualquier objeto que te encuentres, aun sabiendo que no es tuyo.

Por ejemplo, te llama la atención un adorno que encuentras en cualquier estantería, por lo que vas muy decidido a echarle un vistazo. Pero tienes la mala suerte de que se te escurre de las manos y lo destrozas. ¿Cómo reacciona ante esta situación el 90% de la gente? Lo cogen, lo vuelven a dejar como estaban disimulando el destrozo lo máximo posible y a otro asunto. Pero si, oor desgracia para ti, alguien se da cuenta y te pregunta al respecto, te limitas a decir: “Yo no he sido, ya estaba así cuando llegué”.

“Cinco minutos más y nos vamos”

Es probablemente una de las frases más repetidas en el mundo. Y encima la pronuncias sabiendo que tal cosa no se va a producir. ¿O es que vosotros conocéis a alguien que después de decir que en un rato se tiene que marchar lo haya hecho realmente? Yo desde luego que no.

En más de una ocasión te invitan a una fiesta a la que no tienes muchas ganas de ir porque al día siguiente te toca madrugar que madrugar y te pasas la noche diciendo “cinco minutos más y nos vamos”… Porque todos sabemos que esos minutos se acabarán convirtiendo en horas. ¿Por qué nos costará tanto reconocer que en el fondo no tenemos ningunas ganas de irnos a nuestra casa?

“Perdón por no haberte llamado, pero no encontraba tu teléfono”

Reconócelo. Más de una vez te has encontrado con una persona a la que llevas meses evitando llamar con tal de no tener esa conversación que aún teníais pendiente y no se te ha ocurrido una excusa mejor que esta. Por desgracia, todos nos hemos visto en alguna situación similar y lo único que hemos podido decir, muertos de vergüenza, es que no encontrábamos su teléfono.

Lo cierto es que esta mentirijilla es de lo más socorrida. De hecho, seguro que también la habéis usado más de una vez para disculparos ante un compromiso profesional que llevabas eludiendo o posponiendo durante un tiempo porque te daba mucha pereza afrontar. Lo peor de todo es que la usamos sabiendo que absolutamente nadie se la va a creer.

“Me tengo que ir ya, que tengo muchas cosas que hacer”

¿Cuántas veces acudes a una cita o a un evento por puro compromiso y en lo único que estás pensado desde que entras por la puerta es en cuándo te podrás escapar?

Ante este tipo de situaciones en las que simplemente hacemos acto de presencia por quedar bien, se nos suele notar a la legua que estamos incómodos. Por eso, en cuanto tenemos ocasión, nos excusamos diciendo que tenemos muchas cosas que hacer, cuando en realidad solo estamos pensando en llegar a casa y tumbarnos en el sofá a ver la tele.

Vía: Que.es