Para los millones de adultos que padecen trastornos de pánico y ansiedad, un ataque de pánico puede ser uno de los síntomas más persistentes y predominantes. Aunque la experiencia de un ataque de pánico es diferente para cada individuo, hay una verdad universal que agrupa a todos ellos: son aterradores.
“Sufrir uno de estos trastornos te deja completamente debilitado”, explicó Todd Farchione, psicólogo clínico en el Centro para la Ansiedad y Trastornos Asociados de la Universidad de Boston, al equipo de HuffPost Healthy Living. “En parte, porque la gente reconoce que lo que experimenta es irracional, pero es una respuesta natural ante ciertas situaciones. Y puede ser espantoso”.
Quizá una de las peores partes de los ataques de pánico es la incertidumbre de su llegada. Pueden ocurrir en cualquier momento, hasta durmiendo. La experiencia que induce el miedo llega a su punto más alto es unos 10 minutos, pero los síntomas físicos de agotamiento pueden ir más allá.
En un esfuerzo por entender qué significa de verdad sufrir estos trastornos, el HuffPost Healthy Living invitó a sus seguidores en Twitter y Facebook a explicar qué sentían físicamente cuando experimentaban un ataque de pánico. Aquí hay una selección de sus descripciones ilustradas:
“En mi caso, es como si no pudiera levantarme, como si no pudiera hablar. Lo único que siento es dolor por todo el cuerpo, como si algo me aplastara y me hiciera una bola pequeña. Si es fuerte, no soy capaz de respirar, empiezo a hiperventilar y vomito”.
“En el peor de los casos, puedes acabar en el suelo totalmente incapaz de moverte. Es como si fuera un ataque terrorista o como si te persiguieran dinosaurios. Aunque quieras correr, no puedes”.
“Mi cuerpo se estremece y yo me quedo atontado. Siento que me corre hielo por las venas. Quiero huir de mi cuerpo, pero, por supuesto, no puedo. Respiro mal. Se dispara el corazón. Pánico total”.
“Es como si las paredes me acorralasen, como si no pudiera ver bien. Empiezo a ver puntos. La visión del túnel lo describe perfectamente”.
“Es como despegar, pero la máquina que te eleva es el miedo y no puedes decirle que se vaya. Es como un viaje en montaña rusa y un chute de adrenalina”.
“Es como estar atrapado y sofocado, como si el edificio estuviera en llamas y no hubiera escapatoria. Sientes urgencia y terror”.
“Se me hace un nudo en la garganta. Siento un hormigueo por los brazos porque no puedo respirar y no tengo suficiente oxígeno, lo que, por supuesto, me da más pánico”.
“Siento que necesito escapar, salir y correr porque, si no, podría morirme”.
“Sientes que, de repente, todo lo que te rodea te mira, te siente, te absorbe el aire, te empuja al suelo”.
“La primera vez que pensé que me daba un ataque, se me inmovilizó la cara después de sentir que me clavaban alfileres y agujas”.
Vía: El huffington Post