Es verdad, Estados Unidos tiene un presidente negro, hay calles y monumentos dedicados a personajes negros y la ofensa contra un negro por su raza puede terminar en cárcel. ¿Pero, todo eso nos hace menos racistas? Aparentemente, ni un poco. Los estudios a continuación demuestran que aún tenemos prejuicios, pese a estar conscientes de ello.
1 – En una simulación, los negros mueren mucho más rápido.
Según los estudios, los negros tienen más probabilidades de ser encarcelados y condenados, así como de recibir disparos por parte de los policías. En general, la ciencia concluye que todos nosotros tenemos más miedo a los negros que a los blancos, principalmente a nivel subconsciente.
Una investigación reveló que los empleadores titubeaban a la hora de elegir candidatos con nombres que sugerían que eran negros. Otra reveló que las personas se ponen visiblemente nerviosas durante las conversaciones interraciales, aunque éstas tengan un ambiente amigable. Otro estudio aún más extraño llegó a la conclusión de que los impulsos racistas aparecen a medida que la inhibición de una persona disminuye aunque sea muy poco (en este caso, bastó solamente la sugestión de que estaban bebiendo alcohol).
Sin embargo, uno de los resultados más impresionantes lo ofrece un estudio llevado a cabo por Joshua Correl, de la Universidad de Colorado Boulder en los Estados Unidos, que desarrolló un juego para colocar al jugador en el personaje de un policía que se encuentra aleatoriamente con una serie de hombres negros y blancos – algunos armados y otros con objetos como carteras y teléfonos celulares en las manos. Entre tanto, el jugador tiene un corto espacio de tiempo para elegir si dispara o si lo deja pasar.
Ya puedes imaginarte el resultado. Cuando los jugadores veían a un sujeto negro, instintivamente se apuraban a tirar, incluso si portaban un objeto no letal. Por el contrario, les tomaba mucho más tiempo decidirse si los sujetos blancos representaban algún tipo de peligro inminente, incluso cuando sostenían un revolver. Lo más asombroso es que los resultados fueron semejantes independientemente de si el jugador era blanco o negro, joven o viejo.
2 – Pensamos que los negros son incapaces de sufrir.
No basta con creer que los negros son más peligrosos que los blancos: también tenemos que creer que, de la misma forma que los zombis y los vampiros, es imposible lastimarlos o hacerles sentir dolor.
Los investigadores decidieron poner a prueba la empatía radical para ver si las personas eran capaces de sentir el dolor de participantes de razas diferentes. Una serie de experimentos reveló que las palmas de las manos de los participantes blancos comenzaron a sudar incontrolablemente cuando eran obligados a ver la piel de una persona blanca siendo perforada por una aguja. Por otra parte, cuando veían la aguja entrar en contacto con la piel negra, sudaban menos – lo que se traduce en que “no sentían dolor” cuando veían que el mismo era infligido en una persona negra.
Otro estudio solicitó a los participantes calificar la cantidad de dolor que experimentaban con accidentes de la vida cotidiana, como tropezar con la esquina de una mueble o accidentalmente derramar shampoo en sus ojos, en comparación con otro sujeto negro o blanco seleccionado aleatoriamente. Los participantes evaluaron las mismas lesiones como más dolorosas para las personas blancas (incluso si la persona que calificaba era negra). También los enfermeros asumieron que las lesiones comunes causaban más dolor en personas blancas (una vez más, independientemente de la raza del enfermero). Este sesgo se transmuta a las clases sociales: las personas tienden a creer que una pierna rota duele mucho menos a un niño de la calle en un barrio devastado por la droga que a un niño de los suburbios, cuya mayor dificultad es esperar un iPhone 6 durante una semana después de su lanzamiento.
Resulta tentador decir que, en realidad, es un sesgo positivo (que los negros sean vistos como personas fuertes mientras que los blancos como personas débiles), pero recordemos que ni los médicos son inmunes a esta suposición inconsciente. No resulta divertido que un médico no crea en la cantidad de dolor que una persona negra está sintiendo. Estos profesionales prescriben mucho menos medicamentos para el dolor a las personas negras, y son dos veces más propensos a marginar y diagnosticar de forma errónea síntomas dolorosos en pacientes negros que en cualquier otra raza.
3 – Los profesores universitarios favorecen a los hombres blancos.
Las universidades están llenas de profesores de un gran corazón dedicados a instruir a jóvenes brillantes en el camino de la sabiduría y la fortuna – siempre que estos sean hombres blancos.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Pensilvania, en los Estados Unidos, quería saber si los profesores reaccionaban de forma diferente a los correos electrónicos no solicitados que pedían tutoría, dependiendo si venían de los alumnos Todd Stevenson, Jenny Bluth o Lamar McPerson (nombres que representan a hombres y mujeres de origen extranjero). Después de enviar correos idénticos a más de 6,500 profesores de las 250 mejores universidades del país, descubrieron que aquellos nombres que parecían pertenecer a minorías y mujeres tenían hasta un 25% menos de probabilidades de obtener una respuesta positiva que los nombres masculinos que parecían venir de blancos, como Channing Butterworth.
Algunos de los resultados, aunque deprimentes, no eran del todo sorprendentes: las mayores disparidades tuvieron lugar entre los profesores de universidades privadas en áreas que son muy lucrativas, como ingeniería y ciencias. Las estadísticas en las escuelas de negocios fueron las peores, lo que prácticamente coincide con la idea del club de niños ricos y blancos que todos nos imaginamos.
Lo que sí resultó sorprendentes fue que, otra vez, la raza, el sexo y el área del profesor no tuvo ningún tipo de influencia en los prejuicios – todo mundo parece preferir el nombre ficticio del hombre blanco.
4 – Estamos menos dispuestos a pagar a personas negras por los mismos servicios que las personas blancas ofrecen.
El sitio Airbnb permite a los individuos alquilar la totalidad o parte de su casa, como una forma de ingreso extra. Ciertamente, es un negocio cuya base se encuentra en la confianza. Cada propietario publica un perfil detallado que incluye una fotografía, comentarios de sus clientes o invitados y recomendaciones de amigos.
Una investigación reveló que las personas, independientemente del color de piel, tienden a encontrar los rostros blancos más confiables que los negros. Esto resulta especialmente cierto cuando hay dinero de por medio: las personas están dispuestas a asumir riesgos financieros mayores con un extraño si este es blanco.
Eso ayuda a explicar los resultados de un estudio reciente llevado a cabo por dos profesores de la Universidad de Harvard que analizó las diferencias entre lo que anfitriones blancos y negros cobran por habitaciones en Airbnb. Los blancos eran capaces de ganar hasta un 12% más que los negros por sitios casi idénticos en la misma zona de la ciudad.
La diferencia de precio no hace más que incrementarse en vecindarios que las personas consideran como inseguros – sugiriendo que los lugares en áreas menos atractivas ofrecidas para alquiler por blancos son vistos como áreas protegidas en vecindarios peligrosos, mientras que los anfitriones negros son percibidos como una invitación a ser atracado, muerto, torturado o secuestrado… y lo que sigue es aún peor.
5 – Los agentes de bienes raíces se valen de todo tipo de artimañas para no vendar casas a las minorías.
Si eres negro, antes de intentar alquilar tu departamento, primero debes batallar para conseguirte uno.
Cada década, el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano de Estados Unidos pone a prueba el mercado inmobiliario en asuntos de discriminación. La primera de estas pruebas, en 1977, reveló que los agentes inmobiliarios esencialmente se comportaban como cadeneros de discotecas racistas, diciendo a los compradores negros que no había casas disponibles, y mostrando todas esas casas como “disponibles” a los compradores blancos.
No es muy diferente a lo que sucede en la actualidad. Los agentes muestran menos de sus unidades disponibles a los negros, o les muestran residencias en vecindarios poco atractivos. Además, los agentes de bienes raíces y propietarios tienden a importunar más a las minorías sobre sus finanzas: en un ejemplo de la última prueba hecha por el gobierno estadounidense, un agente se rehusó a encontrarse con un comprador potencial de raza negra que no había precalificado para un préstamo, pero el mismo agente se encontró con un comprador potencial blanco sin siquiera preguntarle si había o no precalificado para un crédito.
Y hablando de créditos, los agentes crediticios se muestran más felices en ayudar a los candidatos blancos a estructurarles un financiamiento, mientras que cualquier minoría tiene que valerse por sí misma.
Finalmente, lo que sin duda es la táctica más enferma del mercado de bienes raíces, los agentes muchas veces les muestran precios más caros a potenciales compradores negros que a los blancos. Además, a los blancos se les informa de determinados costos extras, como depósitos, o negociaciones en el precio, mientras que los potenciales compradores de minorías no consiguen ningún tipo de negociación. Eso significa que, si una persona negra consigue un lugar para vivir, muchas veces terminará pagando más por ese lugar de lo que un inquilino blanco pagaría.
Vía Cracked.com / Marcianos.mx