La alotriofagia, también conocido como “Síndrome de Pica” es un trastorno bastante raro entre los seres humanos, en el que el individuo siente un apetito descontrolado por cosas o substancias no comestibles, como tejidos de algodón, jabón, monedas, cenizas, rocas y todo lo que puedas imaginarte. El nombre de “pica” viene de latín y significa “urraca”, una especie de pájaro conocido por alimentarse de casi todo lo que se le pone enfrente.
El programa de televisión Mi extraña adicción (My Strange Addiction) de la cadena TLC ha mostrado entre sus episodios a los ejemplos más dramáticos de personas que sufren del síndrome de pica. El común entre estos individuos es la conciencia sobre lo perjudicial que resulta su práctica, algo que aparentemente pasa a segundo término cuando se trata de satisfacer su deseo. A continuación te presentamos algunos de los casos más extremos de pica.
Comer maquillaje.
Hace más de 13 años, Brittoni es una adicta a comer maquillaje (llámese sombras, rubor, lápiz labial…) la mujer gasta unos $200 dólares a la semana en satisfacer su apetito por los cosméticos. En la casa de Brittoni es común encontrar maquillaje por todas partes, mismo que ingiere a trazos todos los días. Pero no se trata de cualquier maquillaje. Antes de comprarlo, requiere hacer una comprobación para garantizar que la textura es la ideal para su boca. Brittoni asume que las marcas más costosas (como MAC) son las más deliciosas, sin embargo, ella no tiene dinero para comprarlas siempre. Solamente en los días especiales reserva un poco de dinero para comprarse un maquillaje de marca.
Comer bolsas de plástico.
Robert es un hombre de 23 años que padece de un deseo incontrolable por ingerir bolsas plásticas desde que tenía siete años. Actualmente, este sujeto come alrededor de 75 bolsas por semana. El vicio es tan supremo para él, que cuando le faltan bolsas en casa suele tomar la que vienen con el periódico de sus vecinos, para comerlas. La familia de Robert está bastante preocupada con esta manía, pues no siente ganas de alimentarse con comida normal. Su único deseo es comer bolsas plásticas y nunca sale de casa sin bolsas en el bolsillo.
Comer pañales sucios llenos de orina.
Keyshia es una mujer adicta a mordisquear y oler pañales sucios cargados de pipí. La mujer llega al extremo de buscar pañales en los botes de basura de sus vecinos para mantener su vicio. Todo esto comenzó hace tres años. Ella esconde pañales sucios por toda la casa para, siempre, tener un paquete a la mano, listo para oler y masticar. Keyshia dice que los pañales tienen un sabor semejante al chocolate amargo.
Comerse el colchón.
Jennifer es una dama de 27 años que vive con una adicción por comer colchones. La mujer suele arrancar un suculento trozo de goma espuma del colchón y masticarlo hasta engullirlo como si fuera un trozo de pan. Come colchón a todas horas, principalmente cuando está viendo televisión o jugando alguno videojuego con su hermano. Ella no duerme sin un pedacito de colchón a su lado para poder comerlo durante la noche.
Comer neumáticos.
Y la pica se pone peor. Allison tiene un vicio tremendo por comer tiritas de neumáticos. Esta mujer guarda neumáticos en casa de dónde saca tiras milimétricas que después consume viendo televisión. Es necesario que el neumático sea nuevo, pues según ella, el sabor es mucho mejor y el olor más fuerte. Allison no tiene ni idea de cuantos neumáticos ha comido desde que comenzó con su vicio.
Comer pelos de gato.
Lisa ama los gatos. Con esa simple información ya debes haber adivinado su adicción. Sí, esta mujer suele comer pelos de gato. Ella suele juntar “bolitas” de pelos que encuentra por su casa y los coloca en un montón de donde va tomando porciones para comer. Además, Lisa también lame una vez por día el pelo de todos sus gatos y asegura que los animales aman que les haga esto. Incluso después que los médicos le mostraron cómo podía quedar su estómago, ella se niega a seguir un tratamiento para curarse de esta manía.
Comer talco para bebé.
Desde que tenía 16 años, Jaye empezó a comer talco para bebé. Dice que necesita comer talco por lo menos diez veces por día y solo se siente relajada después de satisfacer su vicio. Jaye también se despierta en el medio de la noche para comer y oler el talco. Siempre suele llevar un bote de talco en su bolsa y después de comer una comida normal, no ve la hora de ocultarse en algún sitio para satisfacer su extraña adicción.
Comer esmalte de uñas.
Bertha es una mujer de 23 años que suele beber aproximadamente cinco frascos de esmalte para uñas por día. Viene haciendo esto desde hace cinco años. Dice que los esmaltes de color azul son los más deliciosos, pero ella prefiere aquellos con brillo debido a su textura. A Bertha le es imposible pasar un solo día sin beber esmalte. La mujer disfruta de meter el pincel en el frasco e irlo consumiendo poco a poco hasta que no queda nada.
Comer cinta adhesiva transparente.
Andrea de 23 años tiene el vicio de comer cinta adhesiva transparente. Ella viene haciendo esto desde hace nueve años y ha llegado a comer hasta 200 metros de cinta adhesiva por día. También tiene sus marcas favoritas, que según ella, son más sabrosas y con más pegamento. Después de chupar toda la cinta, ella mastica la cinta plástica y después la engulle.
Comer mascarilla facial de arcilla.
Natasha tiene una adicción por la mascarilla facial de arcilla desde hace siete años. Ella no suele abandonar su hogar sin cargar un bote de mascarilla para ingerir diversas porciones. La mujer suele avergonzarse de su vicio y la mayoría de sus amigos no los saben. Recientemente, se lo dijo a su pareja que se mostró bastante preocupado.
Adicta a beber pintura.
Heather, una mujer adicta a beber pintura, admite que la pintura irrita su lengua pero continúa practicando su extraño hábito. Heather compara estas sustancias toxicas con la costumbre de beber leche caliente, suele servirse un vaso de pintura cada noche antes de ir a dormir.
Adicta a beber sangre.
Finalmente tenemos a Michelle, una mujer adicta a beber sangre desde que tenía 15 años. Cada mes, esta dama consume un promedio de cuatro litros de sangre.