Brett Arnold, de 30 años, y Amy Linville, de 28, han estado juntos por ocho años y les encanta viajar. Y cuando Arnold, gerente de proyectos, decidió proponerle matrimonio a Linville, diseñadora instruccional en una universidad, realmente se esforzó mucho. MUCHO, mucho.
El día posterior a la graduación de su novia, el 12 de diciembre, Arnold la sorprendió con una búsqueda del tesoro por Colorado, su vecindario.
“Mi pista final ese día era escalar hasta la cima de la montaña en nuestro vecindario; había una tormenta de nieve con condiciones limitadas de visibilidad, perfecto”.
“Cuando llegué a la cima había una pista dentro de una mochila que decía: ‘Empaca tus cosas. Sales a las 7 a.m.,‘” dijo Linville.
Linville pensaba que era una broma de Arnold y que se lo diría en cualquier momento, pero llegó a la casa y encontró su mochila de viaje esperándola. Dentro de ella había un pasaje de ida a Tokio, un Japan Rail Pass, y un mapa para llegar a la casa de un amigo cuando llegue al lugar.
Arnold le dijo que se iba a embarcar en una búsqueda del tesoro por todo el mundo como regalo de graduación y Tokio era la primera parada.
“SEGUÍA sin creerle,” dijo Linville. “De ninguna manera… tenía trabajo, fiestas de Navidad, planes… ¡¿qué hago con mis planes?! Tiempo después, descubriría que él había contactado a mi jefe meses atrás para arreglar todo, y les dijo a todos que no iba a estar presente en las fiestas de Navidad.”
Luego de que llegara al departamento de su amigo Mike en Roppongi, Tokyo, Linville encontró su próxima pista en el refrigerador.
No existen palabras para explicar lo que estaba pensando o sintiendo,” dijo Linville. “Fue surreal.”
Arnold persuadió a otra amiga de la infancia de Linville, Kassie, que vive en Okinawa con su marido, para que le diera a Linville la pista número 8. Ellas no se habían visto durante años.
“Estuve en Japón por unos siete días,” dijo Linville. “Viaje en el tren de alta velocidad, jugué con monos de nieve en Jigokudani, hice una recorrida de bares (pub crawl) vestida de Papá Noel, canté karaoke con algunas chicas alemanas que conocí, comí mucho sushi, sentí mi primer terremoto, y la pasé muy bien.”
Luego, Linville fue a Barcelona, donde tenía que recoger la pista número 9 en Casa Bar Pepe. Cuando llegó allí, se dio cuenta de que el bar estaba cerrado toda la semana de Navidad.
“Brett se enojó un poco por esto; le había enviado la pista por la noche al dueño del bar, quien le había dicho que, sin duda, iba a estar abierto,” dijo Linville.
Arnold terminó enviándole la pista por correo electrónico, la cual la condujo a San Sebastián.
“En San Sebastián, Brett me alojó en el hotel más hermoso que había visto: Hotel Mercure Monte Igueldo. Me dijeron que me llevarían a la habitación una pista el día de Navidad a las 3 p.m.”
La pista llegó según lo pactado, con instrucciones para subir por la península a través de la bahía del hotel y encontrar la vista que se ve en esta fotografía:
Linville dijo que ese día iba con calma, que se sentía un “poco deprimida” por estar sola en Navidad.
Lo sé, lo sé… debería haber estado saltando de la alegría por estar viajando por el mundo, pero ese día estaba un poco triste,” dijo. “Sabía que Brett estaba en casa festejando con la familia; me había estado mandando mensajes de texto e hicimos videoconferencia, así que pensé que no había ninguna oportunidad de que estuviese conmigo.”
Luego de subir a la península, Linville se encontró con aproximadamente cuatro vistas que se veían idénticas a la de la foto.
Estaba lloviendo, hacía frío, y estaba empezando a oscurecer. Estaba explorando los bancos de los parques buscando mi próxima pista y pensé que debía regresar e intentar de nuevo al día siguiente, cuando me encontré con un hombre español que sabía cuál era el lugar donde se había tomado la fotografía” recordó.
El hombre la llevó a un acantilado y le señaló el lugar. Mientras caminaba los últimos pasos, se dio cuenta de que su novio estaba allí con ella, subiendo al mismo tiempo.
“Estaba completamente sorprendida,” dijo. “¡Realmente me había desconcertado ese día! Le pregunté si todavía había una pista o si él era mi pista… me dijo: “En realidad, la tengo justo aquí…”
Ese instante fue cuando Arnold sacó un anillo de su bolsillo y le propuso casamiento.
Me preguntó si estaba dispuesta a embarcarme en otra aventura con él… y le dijo: ¡Por supuesto!” dijo Linville.
Arnold había llevado champán pero se había olvidado de llevar vasos, así que la pareja se turnaba para beber de la botella antes de bajar, de la mano.
Linville contó que Arnold en realidad había estado planificando proponerle matrimonio de esta manera por aproximadamente cuatro años, pero comenzó a reservar todo unos ocho meses antes de su graduación. La pareja se casará en Fort Lauderdale este octubre.
“¡Amamos profundamente viajar, como puedes ver en esta historia de compromiso!” dijo Linville. “Él es mi fanático más grande, mi compañero de viajes, mi brújula.”
Vía: BuzzFeed