La improvisación es una de las características más valoradas de los actores, quienes bajo un papel aleatorio deben ser capaces de desenvolverse con naturalidad en medio de eventuales cambios bruscos.
Eso mismo han sido capaces de explotar una serie de artistas en el cine, quienes han hecho icónicas escenas que jamás fueron escritas en el guión, pero que encantaron tanto al director de turno, que determinó por agregarla en el producto final.
A continuación te damos siete ejemplos de escenas que fueron completamente obra del actor, y no de los guionistas:
Virgen a los 40
Esta película tiene memorables escenas, alguna de las cuales fueron productos de la creatividad de sus actores. La primera de ellas es cuando Cal (Seth Rogen) y David (Paul Rudd) iniciaron un diálogo, en la que mencionaban una serie de razones por la que sabía que el otro no era gay. Pues bien, todo ello fue fruto de ellos, no del guión.
Algo similar con el protagonista Steve Carell, quien escribió el filme junto a Judd Apatow y se prestó a depilarse de verdad, con gestos que valieron un gran número de carcajadas de los telespectadores.
El Lobo de Wall Street (2013)
Leonardo DiCaprio es otro de los actores que se ha lucido improvisando en algunas de sus películas. Entre esas El Lobo de Wall Street, en la que al momento de interpretarse como un drogado Jordan Belford, decide abrir la puerta del auto con sus pies, dando mayor realismo a su estado desenfrenado.
Lo mismo cuando le da un brutal puñetazo en la cara a Jonah Hill, quien logró soportar el dolor y mantenerse frente a la cámara, dando mayor credibilidad al momento, que Scorsese alabó.
El Club de la Pelea (1999)
En el guión de este filme de David Fincher, Brad Pitt le dice a Edward Norton que le golpeé, cosa que estaba en el guión pero que no agregaba que la petición sea concrete. Sin embargo a petición secreta de Fincher, Norton accede a pegarle, lo que termina en otro golpe de regreso, que tampoco había sido añadido.
Django sin cadenas (2012)
DiCaprio vuelve a lucirse en una de las escenas del filme de Quentin Tarantino, cuando se vuelve loco en medio de una comida. Es así como desaforado, le pega violentamente a la mesa y con ello uno de los vasos de cristal. Esto le causó un gran corte en la mano, que descolocó a todos, pero para sorpresa el actor continuó actuando.
La situación simplemente encantó y quedó obviamente en la película, y con más sangre añadida del parte del equipo, a petición de Tarantino.
Harry Potter: Las Reliquias de la Muerte, parte 2. (2011)
Los seguidores de la saga Harry Potter quedaron impresionados cuando Voldemort, el malvado y oscuro enemigo de joven hechicero, dio un abrazo a Draco Malfoy, con una sinrisa completamente extraña.
Tom Felton, que interpretó a Malfoy, se refirió al hecho durante la convención DragonCon de 2011, en la relató cómo sucedió. “No estaba en el guión. Hicimos esa toma como 24 veces y (Ralph) Fiennes (sólo) me abrazó una vez, hicimos una cosa de una sola vez, y yo solo pensé ‘¿Qué diablos está haciendo? ¿Porqué me está abrazando de esta manera tan rara?’ Fue muy raro, fue una sorpresa para mí.”
En Twitter, el joven se enorgulleció de ser la única persona en ser abrazada por “el innombrable”.
Piratas del Caribe: el cofre de la Muerte (2006)
Johnny Depp también le agregó de su cosecha a una escena parte de la saga Piratas del Caribe. Cuando Jack Sparrow avisa que tiene el jarrón de arena, que le significaba una protección contra Davy Jones, el capitán cabeza de pulpo, comenzó a correr y cantar desenfrenadamente.
Lo particular de esto es que esta escena no era parte del guión, por lo que las caras de sorpresa de Orlando Bloom y Keira Knightley son evidentemente reales y naturales.
Zoolander (2001)
Cuando el ignorante modelo Derek Zoolander –que interpreta Ben Stiller– se entera de los planes malvados, pregunta “¿Por qué los modelos hombres?”. Tras ello, recibe una gran explicación. Sin embargo momentos después Zoolander repite la pregunta: “¿Por qué los modelos hombres?”.
Lo anterior no fue más que el olvido de Stiller de la línea del guión, por lo que simplemente repitió la pregunta, que obligó a la otra personas a tener también que improvisar.