Cuando se trata de elegir a un perro, la mayoría de las personas prefiere incluso pagar por los que son de raza pura. Así, el yorkshire, bulldog francés e inglés, golden retriever o el braco de Weimar están muy de moda y pueden costar cantidades desproporcionadas si es que se tiene en consideración que también hay perros que viven en la calle y que se irían gustosos a vivir a un hogar confortable.
Y bueno, teniendo en cuenta la cantidad de perros que vive en la calle o refugios esperando por ser adoptados, los primeros en ser elegidos son los cachorros, los más tiernos, los que tienen potencial, y así, van quedando los más viejitos y enfermos eternamente en el lugar, con el destino final, incluso, de ser sacrificados para poder hacer espacio a otros más jóvenes y que pueden tener más probabilidades. O por lo menos eso ocurría hasta que Lisa llegó.
Se trataba de una cachorro mestiza de 10 semanas que llegó a la Sociedad Humana de Silicon Valley, en California, con cicatrices por toda la cara y una inflamación de párpados que requería cirugía y que es conocida como ojo de cereza. El personal del refugio no veía como algo factible el poder encontrar un hogar para esta pequeña debido a su extraña apariencia, hasta que un día llegaron Christine Doblar y sus dos hijas.
Ellas, habían perdido recientemente a su adorada Chihuahua llamada Luna, y por lo mismo, encontrar a otro perro que pudiese ocupar el espacio que había dejado en sus corazones era esencial. Dieron una vuelta por el refugio, conocieron a todos los perros del lugar, jugaron, los acariciaron y finalmente se fueron sin ser capaces de tomar una decisión.
Sin embargo, y con el pasar de las horas, tan sólo un perrito les volvía a la memoria, e incluso, las ponía nerviosas de tan sólo imaginar que otro visitante se la pudiese llevar primero, por lo que volvieron a toda velocidad. “Tiene un aspecto particular, pero también una personalidad maravillosa y vibrante. Vino a cada una de nosotras, y fue igual de cariñosa y exuberante con cada persona que saludaba… miramos algunos otros perros, pero ninguno podía compararse a ella”, comentó Christine Doblar.
Y así, las 3 chicas se volvieron a encontrar con Lisa, la tomaron en sus brazos y la llevaron a casa. Le operaron los ojos, le cambiaron el nombre a Lucky o en español “afortunada” y viven felices y disfrutando de la mutua compañía.
Esta es una fotografía de la nueva cama de Lucky, con juguetes y comodidades.