Tras el ataque del 11 de septiembre, nos hemos cansado de escuchar explicaciones acerca de “porqué los odian” y de “lo malo que es Estados Unidos”. Hemos soportado interminables recuentos de la historia de la esclavitud americana, acerca de los errores de la política exterior norteamericana, acerca del materialismo de la vida americana y acerca de los excesos de la cultura americana. Según la visión de muchos críticos, tanto en casa como en el exterior, Estados Unidos no hace nada como es debido.
Esta acusación, que socava el patriotismo de los americanos, se basa en una comprensión estrecha y distorsionada de lo que son los Estados Unidos. Agiganta las fallas de América e ignora no ya lo que es bueno de los Estados Unidos, sino lo que los hace grandiosos.
En tanto inmigrante que decidió convertirse en ciudadano de Estados Unidos, me siento particularmente calificado para decir lo que tiene de especial este país. Habiendo crecido en una sociedad diferente –en mi caso, Mumbai, India–, no sólo soy capaz de identificar aspectos de Estados Unidos que resultan invisibles para quienes han vivido siempre aquí, sino además de percibir agudamente las bendiciones que a diario disfruto en Norteamérica.
He aquí, pues, mi lista de las diez cosas más grandes de Estados Unidos.
1. América le proporciona al tipo de a pie una vida sorprendentemente buena.
Los ricos viven bien no importa dónde estén. Pero lo que distingue a Estados Unidos es que proveé con un estandar de vida alto al “hombre común”. Vivimos en un país donde los trabajadores de la construcción suelen pagar $4 por un litro de leche desnatada, donde las sirvientas conducen autos de ensueño y donde los plomeros van con sus familias a vacacionar en Europa.
Los recién llegados a los Estados Unidos se quedan atónitos con los regalos que se pueden dar a sí mismos los “pobres” aquí. Esta realidad se dramatizó en los 1980s cuando la CBS difundió el documental People like Us, el cual pretendía mostrar las calamidades de los pobres durante una recesión prolongada. En la Unión Soviética también teletransmitieron el documental, como una manera de demeritar a la administración Reagan.
Pero, según el testimonio de antiguos líderes soviéticos, el resultado fue el opuesto. La gente común y corriente en la Unión Soviética pudo ver que hasta los americanos más pobres poseían receptores de televisión, hornos microondas y automóviles. Y entonces ellos llegaron a la misma conclusión que yo cuando consersé con un conocido mío de Bombay que no había tenido éxito en emigrar a los Estados Unidos.
Le pregunte: “¿Y por qué ese interés tuyo en venir a Estados Unidos?” Y me respondió: “Porque quiero vivir en un país donde los pobres son gordos”.
2. Estados Unidos ofrece más oportunidades y movilidad social que cualquier otro país, incluidos los europeos.
Estados Unidos es el único país que ha creado una población de “potentados hechos por sí mismos”. Unicamente en América pudo Pierre Omidyar, cuyos padres eran iraníes y que creció en París, fundar una compañía como eBay. Sólo en América pudo Vinod Khosia, el hijo de un oficial del ejército indio, convertirse en un audaz capitalista, el más agudo de la industria tecnológica, y en multimillonario.
De acuerdo, los potentados no son lo usual, pero ningún país ha creado un ambiente tan propicio como Estados Unidos para que la gente a partir de circunstancias modestas alcance el éxito.
3. En Estados Unidos, el trabajo y el comercio son respetables, algo que no ocurre en todas partes.
Históricamente, la mayoría de las culturas han desdeñado al mercader y al obrero, viendo al primero como un ser vil y corrupto y al último como un tipo vulgar y degradado. Algunas culturas, como la griega antigua y el islam medieval, incluso sostuvieron que resultaba preferible adquirir las cosas mediante el saqueo que a través del comercio o un contrato laboral.
Pero los fundadores de Norteamérica alteraron esa jerarquía moral. Establecieron una sociedad dentro de la cual la vida del hombre de negocios, y de las personas que trabajaban para él, podía ser algo noble. Desde el punto de vista americano, no hay nada vil o degradante en servir a un cliente, se sea un administrador superior o un camarero.
Esa vida ordinaria que consiste en producir y sacar adelante a una familia es tenida en más en los Estados Unidos que en cualquier otro país. Lo que es más, América es el único país del mundo en el que se trata al camarero de “señor”, como si fuera un caballero.
4. Estados Unidos de América ha conseguido una mayor igualdad social que ninguna otra sociedad.
Ciertamente existen grandes desigualdades en el ingreso y la riqueza en Estados Unidos. En términos puramente económicos, Europa es más igualitaria. Pero los americanos son socialmente más iguales entre sí que ningún otro pueblo, al margen de las disparidades económicas. Ya Alexis de Tocqueville percibió este igualitarismo hace siglo y medio, y hoy es todavía más prevalente.
Con toda su fortuna, Bill Gates no puede acercarse al americano típico y decirle: “Mira, un billete de $100. Te lo doy si me besas los pies”. Lo más probable es que esa persona mande a Bill Gates al infierno. El punto de vista americano es que un tipo con plata puede tener más plata, pero en ningún sentido fundamental es mejor que cualquier otro.
5. La gente vive vidas más largas y más plenas en América.
A despecho de los que protestan contra la versión americana del capitalismo durante todas las reuniones sobre comercio que tienen lugar alrededor del mundo, lo cierto es que el sistema americano ha dotado a sus ciudadanos con muchos más días de vida y con los medios para vivirlos más activa e intensamente.
En 1900, la expectativa de vida en los Estados Unidos giraba en torno a los 50 años; hoy es más de 75. Los avances en la medicina y la agricultura son los principales responsables de ese cambio. Tal extensión de la duración de la vida equivale a más años para disfrutarla, más espacio libre que dedicar a las buenas causas y más tiempo para pasar con los nietos.
En muchos países las personas viejas parecen no tener nada que hacer, excepto sentarse a esperar la muerte. En Estados Unidos los viejos son increíblemente vigorosos y cuando la gente está en los 70s sigue empeñada en disfrutar de la vida, incluyendo rematrimonios y gratificaciones sexuales, con un celo que yo encuentro intimidatorio.
6. En América el destino del joven no es el que le dan, sino el que él se forja.
No hace demasiado me pregunté: “¿Cómo habría sido mi vida si no hubiera venido a los Estados Unidos?”
Si hubiera permanecido en la India, muy probablemente habría vivido la vida entera en un radio no mayor de cinco millas a partir de mi lugar de nacimiento. Sin lugar a dudas me habría casado con una mujer de mi misma religión y antecedentes socioeconómicos. Con toda certeza habría llegado a ser un doctor en medicina, o un ingeniero, o un programador de computadoras. Y todas mis relaciones habrían tenido lugar dentro del círculo de mi comunidad étnica.
Habría recibido un conjunto completo de opiniones absolutamente predecibles; éstas no habrían diferido demasiado de las creencias de mi padre o, por lo demás, de las del padre de mi padre. En suma, mi destino, en gran medida, me habría sido dado.
En Estados Unidos he visto mi vida tomar un curso radicalmente diferente. En el college me interesé en la literatura y en la política y determiné dedicarme a escribir. Me casé con una mujer de ascendencia inglesa, francesa, irlandoescocesa, alemana e indoamericana.
Cuando todavía era veintiañero me encontré trabajando como analista político en la Casa Blanca, sin siquiera ser ciudadano americano. Estoy seguro de que no existe otro país que permita a un extranjero trabajar en la mismísima ciudadela del gobierno.
En la mayoría de los países tu identidad y tu destino son manejados por otros; en Estados Unidos eres tú el que los determinas. Los Estados Unidos son un país donde tú llegas a escribir el guión de tu propia vida. Tu vida es como una hoja de papel en blanco –y el artista eres tú.
Esta noción de ser el arquitecto de tu propio destino es esa increíblemente poderosa idea que está tras la atracción que Norteamérica ejerce en todo el mundo. Especialmente los jóvenes encuentran irresistible la posibilidad de ser los autores de la novela de sus propias vidas.
7. Estados Unidos ha ido más allá que ninguna otra sociedad en el establecimiento de la igualdad de derechos.
No hay nada que singularice a Estados Unidos en lo concerciente a la esclavitud y el odio. La esclavitud existió prácticamente en toda cultura, y la xenofobia, los prejuicios y la discriminación son fenómenos universales. La civilización occidental es la única civilización que desató una campaña contra la esclavitud basada en principios; ningún país empleó más dinero y sangre para poner fin a la esclavitud que los Estados Unidos.
En tanto el racismo continúa siendo un problema en Estados Unidos, este país ha hecho esfuerzos inenarrables para erradicar la discriminación, incluso llegando a poner en vigor políticas que otorgan preferencias legales a los miembros de los grupos minoritarios en la admisión a las universidades, los empleos y los contratos gubernamentales. Por supuesto que esas políticas siguen siendo controversiales, pero el punto es que, de entrada, difícilmente una sociedad racista habría tolerado tales políticas.
Y, por supuesto, afroamericanos como Jesse Jackson viven inmensamente mejor en Estados Unidos que si les hubiera tocado vivir, digamos, en Etiopía o en Somalia.
8. Estados Unidos ha encontrado una solución al problema de los conflictos religiosos y étnicos que continúan dividiendo y aterrorizando a gran parte de la humanidad.
Los visitantes a lugares como Nueva York se sorprenden de ver cómo serbios y croatas, sikhs e hindúes, irlandeses católicos y protestantes, judíos y palestinos parecen todos vivir y trabajar juntos en armonía. ¿Cómo es posible cuando esos mismos grupos se insultan y despedazan unos a otros en tantas partes del mundo?
La respuesta americana en doble. Primero, separa las esferas de la religión y el gobierno, de modo que ninguna religión disfrute de preferencia oficial, si bien cada cual es libre de practicar su fe del modo que le parezca. Segundo, los derechos no se extienden a los grupos étnicos o raciales, sino a los individuos; en este sentido, todos son iguales ante la ley, las oportunidades están abiertas a cualquiera que pueda aprovecharlas, y cada individuo que adopte el American Way of Live puede “devenir americano”.
Por supuesto, hay excepciones a estos principios cardinales, incluso en América. Las preferencias raciales son una de estas excepciones, lo cual explica porqué son controversiales. Pero, en general, Estados Unidos es el único país del mundo que extiende carta de membresía a los de fuera.
El americano típico puede ir a vivir a la India, pasar allí 40 años y hasta adoptar la ciudadanía india. Pero no puede “convertirse en indio”. El no puede verse a sí mismo de esa manera. En Estados Unidos, por el contrario, cientos de millones han arribado desde las playas más remotas y con el tiempo ellos mismos, o al menos sus hijos, se han, en el sentido más profundo, “convertido en americanos”.
9. Estados Unidos tiene la política exterior más generosa que ningún otra gran potencia en la historia del mundo.
Los críticos de los Estados Unidos están prestos a reaccionar a esta verdad con escupitajos ultrajados. Inmediatamente aludirán al apoyo americano a déspotas latinoamericanos o mediorientales, o al injusto internamiento de los japoneses en suelo americano mientras duró la Segunda Guerra Mundial, o a la renuencia norteamericana a imponer sanciones al régimen del apartheid sudafricano. Con independencia de lo que uno piense acerca de estos casos particulares, concedamos a los críticos el hecho de que Estados Unidos no siempre ha estado del lado correcto.
Lo que los críticos ignoran es la otra columna del libro de cuentas. Dos veces en el siglo XX los Estados Unidos salvaron el mundo: primero de la amenaza nazi y despúes del totalitarismo soviético. ¿Cuál habría sido el destino del mundo de no haber existido los Estados Unidos? Tras derrotar a Alemania y a Japón en la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos los reconstruyeron y hoy los tiene de aliados. En estos momentos estamos haciendo lo mismo con Afganistán.
Considere, además, qué magnánimos han sido los Estados Unidos con la ex Unión Soviética tras vencerla en la Guerra Fría. En la mayoría de los casos, los Estados Unidos son una superpotencia que no ejerce de tal: no muestra interés en conquistar y subyugar el resto del mundo. (Calcule cómo habrían actuado los soviéticos si hubieran sido los vencedores de la Guerra Fría.)
En ocasiones, Estados Unidos interviene para desplazar a un régimen tiránico o para detener un abuso masivo a los derechos humanos en otro país pero nunca se queda para gobernar permanentemente ese país. En Granada, Haití o Bosnia, los Estados Unidos intervinieron y luego se fueron.
Especialmente, cuando los Estados Unidos entran en una guerra, ponen cuidados extremos en evitar víctimas civiles y en minimizar los daños colaterales. Incluso cuando Estados Unidosa bombardea la infraestructura y los escondrijos de los talibanes, sus aviones dejan caer raciones alimenticias para evitar el empeoramiento de las condiciones y la hambruna de los civiles afganos. ¿Qué otro país se anda con tales consideraciones?
10. Estados Unidos, la nación más libre de la Tierra, es además la más virtuosa.
Este punto parece irrazonable, dada la montaña de flagrante vulgaridad, vicio e inmoralidad en Norteamérica. Algunos fundamentalistas islámicos arguyen que sus regímenes son superiores moralmente a los Estados Unidos porque ellos procuran fomentar la virtud entre sus ciudadanos. La virtud, para estos fundamentalistas, es un principio superior a la libertad.
Y puede que lo sea. Y admitamos que, en una sociedad libre, frecuentemente a la libertad se le da un mal uso. La libertad, por definición, incluye la libertad de hacer el bien o el mal, el actuar con nobleza o con ramplonería.
Pero si la libertad saca lo peor que hay en la gente, también le saca lo mejor. Los millones de americanos que viven vidas decentes y orgullosas merecen nuestra mayor admiración porque han optado por el bien cuando el bien no es la única opción disponible. Entre las muchas tentaciones que brinda una sociedad rica y libre, ellos escogieron el sendero recto. Su virtud posee un brillo especial porque fue seleccionada con entera libertad.
Por contraste, las sociedades que muchos fundamentalistas islámicos persiguen pudieran eliminar la posibilidad de la virtud. Si el suministro de virtud es insuficiente en una sociedad libre como la americana, es prácticamente inexistente en una sociedad no libre como la de Irán.
Y la razón es que la virtud como resultado de la coacción no tiene nada de virtuosa. Pongamos a la mujer a quien se le exige cubrirse con un velo. No hay nada de modestia en eso desde que ella está obligada a llevarlo puesto. La compulsión no puede producir virtud, lo único que puede producir es una caricatura de virtud.
De manera que una sociedad libre como Estados Unidos es no sólo más próspera, más variada, más pacífica y más tolerante –es también superior a los regímenes teocráticos y autoritarios que los enemigos de América defienden.
“Para amar a nuestro país”, dijo una vez Edmund Burke, “nuestro país tiene que ser amable.” Lo que quería decir Burke es que debemos querer a nuestro país no porque sea el nuestro, sino porque vale la pena.
Estados Unidos se encuentra lejos de la perfección y hay amplios espacios para su mejoramiento. A despecho de sus fallas, sin embargo, la vida americana tal como se vive hoy es la mejor vida que se puede encontrar en el mundo entero. En el último análisis, Norteamérica es digna de nuestro amor y nuestro sacrificio porque, en mayor medida que cualquier otra sociedad, facilita la buena vida y la vida que vale la pena ser vivida.
El último libro de Dinesh D’Souza, un Rishwain Fellow de la Hoover Institution en la Stanford University, What’s so Great about America, alcanzó la lista de los best sellers de The New York Times