El 26 de julio de 1984, Petra Pazsitka salió de la consulta de su dentista de confianza en la localidad alemana de Braunschweig con la intención de tomar un autobús para visitar a sus padres en la cercana Wolfsburgo. Nunca llegó a su destino. Su desaparición se convirtió en un asunto de interés mediático a nivel nacional gracias al programa televisivo “Aktenzeichen XY , Ungelöst”, un espacio sobre crímenes sin resolver, pero nadie pudo aportar ninguna información sobre el posible paradero de Pazsitka.
La policía, sin nada a lo que agarrarse, empezó a conjeturar con la idea de que Petra —entonces una estudiante de ciencias de la computación de 24 años de edad— podría haber sido víctima de un asesino en serie: un año antes, una niña de 14 años había sido asesinada cerca de la parada de autobús a la que se dirigió Pazsitka. Se imponía la tesis de que el mismo agresor podría haber actuado de nuevo.
Caso cerrado. Pazsitka fue declarada oficialmente muerta en 1989.
Su caso era una anotación casi olvidada en los márgenes de la historia negra alemana hasta que hace dos semanas la policía de Düsseldorf recibió la llamada de una mujer denunciando un robo en su vivienda. Cuando los agentes se personaron en el lugar de los hechos, sintieron que algo no cuadraba.
La mujer que había hecho la denuncia se identificó inicialmente como Frau Schneider, de 55 años. ¿Su problema? No tenía manera de probar su identidad. Aquella señora era la perfecta indocumentada. Al verse “acorralada” por los agentes, la mujer terminó confesando:
La supuesta doña Schneider era, en realidad, Pazsitka. Su viejo carnet de identidad, que aún conserva, lo probaba.
Petra lo había planeado todo. Aquella tarde de 1984 se escondió en un apartamento que había alquilado previamente en secreto. Durante una temporada vivió del dinero —unos 4.000 marcos de la época— que había logrado ahorrar mientras diseñaba su propia desaparición. Más tarde vivió en diversas ciudades, hasta acabar iniciando una nueva vida bajo una identidad falsa en Düsseldorf. Durante más de tres décadas, Petra se las arregló para vivir “fuera del radar”. Pazsitka se fue ganando la vida gracias a trabajos en negro y a actividades ilícitas no precisadas. Su vida la pagaba siempre al contado.
Nunca abrió una cuenta bancaria, nunca utilizó una tarjeta de crédito,nunca se registró en la Seguridad Social, nunca tuvo carnet de identidad ni gozó de un contrato de trabajo…
La policía se ha puesto en contacto con la madre y el hermano de Petra, que aseguran estar “absolutamente estupefactos” por el hallazgo de su hija. Quieren reunirse con ella, pero Pazsitka lo tiene claro: se niega a hablar de lo que hizo, y no quiere tener nada que ver con su familia.