Si estás caminando por la playa y te encuentras una piedra, lo más probable es que sea… una piedra.
Aunque también existe la remota -muy remota- posibilidad de que estés parado frente a un tesoro: un trozo de ámbar gris, el nombre elegante con el que se conoce a cierto tipo de materia fecal de los cachalotes y que algunos confunden con vómito.
El aroma del ámbar gris es muy particular, tiene un toque dulce y animalístico. Desde hace siglos, el ámbar gris ha sido considerado un producto de lujo.
Usado antiguamente en ceremonias religiosas, como afrodisíaco en Medio Oriente, delicatessen en China o como ingrediente en pociones de medicina tradicional, hoy día esta sustancia es utilizada mayormente en la industria del perfume.
“Su aroma es intenso, dulce, animal. Añade una capa dentro de la fragancia que le da un toque de pasión, sensualidad, sexualidad y eso es algo difícil de lograr”.
Es posible que los animales que producen esta sustancia mueran en el proceso.
“También ayuda a que el perfume permanezca por más tiempo en la piel, aunque como cualquier otro aroma, no es para todo el mundo”, añade el experto en fragancias.
¿Pero qué lo hace tan valioso, como para que por ejemplo, la semana pasada, un trozo hallado por un hombre en una playa británica se subastara por cerca de US$17.000?
Rara, única e inimitable.
El material se genera cuando trozos indigeribles de los calamares pasan al intestino y estómago del cachalote. “Es escaso, tiene propiedades muy inusuales -como la de estabilizar las fragancias- y es imposible de fabricar en laboratorio”. Es cierto que se han creado versiones artificiales similares, reconoce Kemp, pero distan en mucho del original.
Su uso más extendido es la industria del perfume.
“Es como escuchar tocar a los Beatles o a una banda que interpreta un tema de los Beatles. Suenan de alguna manera igual, pero definitivamente les falta una cierta cualidad imposible de definir”, aclara Kemp.
Su rareza se debe en principio a que el ámbar gris lo producen sólo una mínima fracción de la población de cachalotes -cerca del 1%-, en circunstancias particulares.
“El ámbar gris es un tipo de materia fecal. Al menos se genera en el mismo sitio que los excrementos y se expulsa también por el mismo lugar. Es el producto de un problema intestinal que experimentan algunos cachalotes”, dice el investigador.
¿Qué es exactamente el ámbar gris?
Normalmente, los cachalotes se alimentan casi exclusivamente de calamares. En un día pueden llegar a ingerir hasta una tonelada.
Las partes duras de estos moluscos, que no pueden digerir, las regurgitan por la boca.
Pero en algunos casos, estos trozos continúan su recorrido por el sistema digestivo y les irritan el estómago y el intestino delgado.
En principio tiene un olor desagradable, pero tras pasar años o décadas en el mar, va adquiriendo un nuevo aroma.
El intestino produce una secreción grasosa rica en colesterol para recubrir estos pedazos y amortiguar el daño que provocan en el interior del animal.
El cachalote luego expulsa esta sustancia y es lo que se conoce como ámbar gris, aunque es posible también que el ejemplar muera por indigestión, y cuando su cuerpo se descompone o explota, estas secreciones queden flotando en el mar.
Apenas sale por el orificio del mamífero, es una sustancia viscosa y maloliente.
Pero con el paso del tiempo -años, décadas- y a medida que las corrientes la empujan de aquí para allá, va adquiriendo un cuerpo ceroso y una fragancia particular, hasta que las olas la empujan hacia la costa.
Cuanto más tiempo ha pasado en el mar, más refinado y complejo se torna su aroma, y más elevado su valor.
Es evidente que debido a su escasez y a que encontrarlo depende en gran medida del azar, la industria del perfume utiliza cada vez más sustancias alternativas.
Pero las grandes empresas no quieren revelar los ingredientes de sus fórmulas.
Además, “a mucha gente no le gusta saber que hay productos animales en sus fragancias y menos si se trata de excrementos”, señala Kemp.
Cada trozo puede tener un aspecto muy diferente. Lo que la hace inconfundible es su olor.
Por otra parte, y aunque en muchas partes la comercialización es legal -al menos en América Latina y Europa- quienes participan en el lucrativo mundo de la compra y venta de sustancias exóticas “no quieren compartir información”, dice Kemp.
En Estados Unidos, por ejemplo, una ley de 1972 para proteger a los mamíferos marinos prohíbe la comercialización de esta sustancia e incluso penaliza el recoger un trozo de ámbar gris en la playa.
En algunos países su uso está directamente prohibido, “pero se debe sobre todo a un tema vinculado con las alergias”, explica Devetta.
Sea como fuere, el ámbar gris cambia de manos.
“Pero podemos decir que hay un mercado muy activo”, enfatiza Kemp.
Vía: BBC Mundo