Un nuevo proyecto fotográfico impresionante ofrece una visión sin precedentes de la zona de exclusión salvaje y desolada que rodea a la central nuclear de Fukushima – donde toneladas de residuos contaminados permanecen intocables, y el bosque virgen ha cubierto cientos de hogares y vehículos abandonados.
La zona de exclusión de 12.5 millas alrededor de la planta nuclear, ahora se asemeja a las escenas post-apocalípticas de la serie de tv “The Walking Dead”, tras ser abandonada inmediatamente después de la catástrofe nuclear de 2011.
Las personas abandonaron la zona después de las advertencias de los peligrosos niveles de radiactividad, dejando autos, aulas y bibliotecas atrás, y ahora han sido tragados por la naturaleza.
Cuatro años después del accidente nuclear que produjo que 160.000 personas fueran evacuadas de sus hogares, 120.000 todavía no han podido regresar, y algunas zonas todavía se consideran extremadamente peligrosas para entrar allí.
Arkadiusz Podniesinski, un fotógrafo profesional y cineasta de Polonia, visitó Fukushima el mes pasado para ver los efectos de la catástrofe con sus propios ojos.
El fotógrafo de 43 años, dijo: “Mi objetivo era mostrar el estado actual de la zona de exclusión. Futaba, Namie y Tomioka son pueblos fantasmas cuya vacuidad es aterradora y reflejan una tragedia que afectó a cientos de miles de personas”.
Así se abrió la tierra debido al terremoto.
Aquí, el fotógrafo muestra los altos niveles de radiación.
Debido al tsunami de 50 pies, después de un gran terremoto, el 11 de marzo de 2011, tres de los reactores de Fukushima Daiichi quedaron sin funcionar. En los días posteriores los tres núcleos se habían derretido y en total, cuatro reactores fueron dados de baja.
Residentes y trabajadores fueron evacuados a la fuerza por las autoridades japonesas, y todo quedó atrás. Los supermercados todavía tienen productos en los estantes, pizarras escolares contienen lecciones y los coches fueron abandonados en las avenidas.
Hoy en día, 20.000 trabajadores se encuentran tratando de limpiar los pueblos, calle por calle, casa por casa. Las paredes y los techos de todos los edificios se lavan y se pintan en un esfuerzo por permitir a los residentes evacuados regresar a sus hogares.
Pero el proceso de limpieza no se detiene allí. Campos extensos se han llenado con la tierra y suelos contaminados, la capa superior que está dispuesta, mientras que las capas inferiores se limpian minuciosamente.
Podniesinski dijo: “Cuando entré en la zona de exclusión, la primera cosa que noté fue la enorme escala de trabajo de descontaminación. Esta era la manera de crear mis propias conclusiones sin dejarme influir por ninguna sensación en los medios, la propaganda del gobierno, o de los grupos de presión nucleares que están tratando de restar importancia a los efectos del desastre”.
Podniesinski agregó que, con la gente que pudo hablar, todos están preocupados de que nunca podrán regresar a casa.
“Ellos no creen las garantías del gobierno de que en 30 años a partir de ahora habrán desaparecido los sacos que contienen los residuos radiactivos. Ellos están preocupados de que los residuos radiactivos estarán allí para siempre”.
Muchos pueblos de la zona de exclusión están cerrados a los visitantes. Como muchos son radiactivos, la ropa y equipo adecuado es necesario.
Desde la tragedia, las vacas han empezado a lucir extrañas manchas en su piel.
A pesar del acceso a gran parte de la zona del desastre de Fukushima, el fotógrafo polaco no fue capaz de entrar en las zonas rojas o anaranjadas, y dice que espera volver.
Mientras que el terremoto y el siguiente tsunami fueron la causa del accidente nuclear, Podniesinski dice que no son los culpables reales. “Los seres humanos son los culpables de la catástrofe de la central nuclear de Fukushima Daiichi. Este desastre se podía haber previsto y evitado”, dijo.