Las peticiones de matrimonio suelen ser creativas, sorprendentes y emocionantes. Decirle a alguien “¿quieres casarte conmigo?” no es menor, por eso la forma en que se hace debe ser especial. Cada uno escoge cómo entregar el anillo. Hay quienes hacen grandes espectáculos, contratan músicos y pagan para que llueva pétalos de flores del cielo; también los que prefieren algo más íntimo, un lugar silencioso y calmado, donde pueden expresar sus sentimientos de manera transparente.

Matthew Picca quiso hacerlo en un muelle de Carolina del Norte. La pareja llevaba 6 años de noviazgo y en ese momento estaban de vacaciones con la familia de ella. Paseaban tranquilamente una tarde, cuando de pronto él se arrodilló en las tablas frente a su novia Kayla Harrity, buscó en su bolsillo la caja donde guardaba la argolla, pero justo cuando iba a sacarla para decir las palabras mágicas se deslizó y cayó al mar.

“Me di vuelta y estaba de rodillas. Apenas abrió la caja, el anillo saltó y cayó al mar por entre los espacios entre los tablones. Ni siquiera lo alcancé a ver”

En el momento pensaron que era terrible lo que había ocurrido, pero la emoción seguía latente y quisieron bajar para ver si podían encontrarlo. Afortunadamente, un grupo de personas que había visto la escena se decidió a ayudarlos. Juntos bajaron a la orilla, la que tenía un fuerte olor a pescado, y se mojaron las piernas para buscar en anillo en el sector donde se suponía que había caído.

Más y más gente se unió a la búsqueda. Algunos incluso trajeron linternas y otros aparatos para ayudar a encontrar la valiosa y significativa pieza dorada. En cuestión de una hora, un tipo llamado Kyle Blusher encontró el anillo y se lo entregó a los jóvenes. Ellos no podían más de alegría, pensaron que nunca lo encontrarían. La multitud que estaba con los pies en el agua y quienes observaban desde arriba aplaudieron al instante.

Matthew se apresuró a poner el anillo en el dedo de Kayla: el pacto estaba sellado.

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