En la estación televisiva WISN 12 de Milwakee los periodistas están acostumbrados a las llamadas más sorprendentes, pero ninguna como la que recibieron en las primeras horas del pasado domingo.
Un hombre de 50 años, quien se identificó como José Ferreira, llamó al canal para confesar su responsabilidad en la muerte de una jovencita hace 33 años.
El hombre fue arrestado por la policía y conducido a la corte, donde enfrenta cargos por el homicidio.
En marzo de 1982, Carolyn Touisgnat recibió una llamada de la escuela a la que asistía su hija, Carrie Ann Jopek, para reportarle que la niña de 13 años estaba suspendida. Jopek solía ausentarse repetidamente. La escuela le dio la opción de irla a recoger, pero la madre decidió no hacerlo, pues el centro escolar estaba a una cuadra de distancia de su casa. La decisión la ha agobiado toda su vida.
“Me imaginé que ella iba a estar en casa, pero nunca apareció “, recordó Tousignant.
Un año más tarde, un contratista estaba trabajando en un porche en la calle cuando descubrió el cuerpo de la menor. Ninguna persona fue arrestada en conexión con la muerte.
Ferreira –a quien un vecino había visto encima del sitio del enterramiento- era uno de los sospechosos. Siempre negó todas las acusaciones.
Ahora Ferreira, quien era vecino de Carrie Ann, ha revelado el misterio.
El hombre tenía 17 años y estaba dando una fiesta en su casa. Carrie Ann se apareció allí, y ambos bajaron al sótano para tener relaciones sexuales. Pero mientras bajaba las escaleras, la jovencita cambió de idea; Ferreira la empujó para agarrarla y según su relato, ella se cayó y se fracturó el cuello.
El hombre no se percató de inmediato. Bajo la influencia del alcohol y las drogas, y pensando que estaba inconsciente, tuvo relaciones sexuales con ella. Al descubrir que había muerto, la enterró.
Se desconoce qué motivó a Ferreira a confesar ahora el homicidio a la estación de televisión. Pero para la familia de Carrie Ann Jopek, la confesión abre el camino de la justicia.