Hay quien dice que cuando está nervioso, presionado o sufriendo un potente estrés, lo único que le calma es comer…
Y hacerlo, además ¡Con ansias!, tiene sentido: Los investigadores de la Universidad de Michigan, en EE.UU, han llegado a la conclusión de que la ingesta de productos lácteos puede provocar los mismos efectos que algunas drogas, como la morfina, y entre ellos, el queso, un sabroso y oloroso queso, es la estrella. Nosotros, por nuestra parte, aportamos otros alimentos que producen en tu organismo sensaciones y reacciones parecidas a las drogas…
Los científicos que presentaron este estudio seleccionaron a 500 estudiantes para la investigación y llegaron a la conclusión de que la sustancia responsable de esos efectos similares a los de los opiáceos durante la digestión es la caseína que contienen algunos productos lácteos. Al parecer, esta sustancia se adhiere a los receptores del cerebro, provocando un efecto calmante muy parecido a la manera en que lo hacen la heroína y la morfina, dicen los especialistas que muchos alimentos que contienen queso o derivados de la leche provocan en nosotros sensaciones y reacciones reales parecidas a las que pueden provocar apiáceos tan potentes como la heroína u otras drogas.
Échale un vistazo a la lista de ‘Drogas comestibles’, hay más alimentos que subrayar: Ya se sabe que las drogas son muy malas…
1. Queso.
Gran parte de su atractivo, según los expertos, se debe a que contiene casomorfina, una sustancia muy parecida a las endorfinas, y que, además de el queso está también presente en la leche materna, y que genera una agradable una sensación de bienestar. Su efecto adictivo, aunque potente, es diez veces inferior al de su hermana mayor, la morfina. Es decir qiue los bebés, son ‘yonquis’ nada más nacer… ¡Qué duro!.
2. Pizza.
Ya se sabe que viene las grasas saturadas y los carbohidratos provocan cierta dependencia en animales de laboratorio. Pero aquí hay truco: Es un alimento altamente procesados (sobre todo, las congeladas) que contienen en su composición azucares refinados, harinas y grasas para mejorar el sabor, el olor y la textura. Por eso la pizza es uno de los alimentos que a todos, o casi, le gusta. ¿Fallas si las sirves en una cena con improvisada con amigos o ante un partido de fútbol? Cosas de la santa trinidad de queso, tomate y masa.
Al consumirla nos produce un efecto calmante en el cerebro, es una combinación explosiva, y tal vez por ello, es que se hace tan difícil de evitar, como les pasaba a las Tortugas Ninja… Y hay quien llega a pensar que si no es reciente es mejor, o sea, la pizza como uno de los mejores desayunos… ¿Existen las pizzas malas?.
3. Chocolate.
Se sabe de antiguo que la adicción al chocolate existe, y es irrefrenable para toda persona de bien. Libera encefalina, una sustancia química natural que genera en el cerebro una sensación de placer similar a la de algunas sustancias estupefacientes, como el opio o la morfina, y que produce en el organismo una necesidad adictiva.
Experimentos a partir de dos grupos distintos de ratas de laboratorio lo confirmaron: Al primer grupo se le administró un fármaco activador de la región del cerebro donde inciden las sustancias psicotrópicas (asociada al movimiento, el hábito y la respuesta a las señales aprendidas), y al otro no. Posteriormente se les dio de comer chocolatinas a ambos grupos, con el resultado de que las ratas que habían sido ‘drogadas’ previamente consumieron más del doble que las demás, en el mismo periodo tiempo… ¡Ay, el chocolate!.
4. Patatas fritas de bolsa.
¡Si hasta James Bond cae ante la tentación de las patatas fritas industriales!, no es extraño que, al abrir una bolsa de patatas nos sea imposible comer solamente un par (una reacción que solemos achacar al hambre o a nuestra nula capacidad de autocontrol). Pero hay más al respecto: Muchos snacks, como las patatas fritas chips, incorporan glutamato monosódico: La presencia de este aditivo explica que no seamos capaces de controlar el impulso de comer y comer hasta terminar con la bolsa.
El glutamato monosódico se esconde normalmente bajo el número E-621 y actúa como conservante y saborizante y se puede degustar en casi cualquier plato que pidas en un restaurante chino, pero también figura entre los ingredientes de la comida precocinada. ¿Qué efecto tiene el glutamato sobre el apetito? La respuesta está en el sobrepeso de más de un tercio de la población española.
5. Galletas.
Investigadores de neurociencia del comportamiento del Connecticut College, en Estados Unidos, demostraron hace ya tres años que las famosas galletas Oreo son tan adictivas como la cocaína, al menos para las ratas de laboratorio. ¿Y sabes qué? Como los humanos, estos roedores suelen abrir la galleta y comerse en primer lugar la crema que contiene en el centro.
Pero al caso, abundando sobre los efectos de algunas cookies y galletas, el número de neuronas que activan es superior al que se encendía con el consumo de cocaína, esto confirma la idea de que las comidas con abundantes grasas y azúcares nos estimulan del mismo modo que una droga y generan una fuerte adicción. ¿Problemas? Y gordos, nunca mejor dicho: Estos alimentos pueden ser incluso más peligrosos que las drogas debido a su precio y enorme disponibilidad y accesibilidad.
6. Helado.
Es uno de los alimentos que más recompensan al organismo, por lo tanto, tienen un alto grado de adicción. Ademas los ingredientes, de nuevo, tienen gran cantidad de grasa y azúcares, que se suman al agua.
La culpa de todo la tienen los ingredientes como la crema y la fructuosa. En la industria del helado, como en casi todas las relacionadas con la alimentación humana, los aditivos se utilizan por tres razones primordiales: economía, conservación y mejora del producto. En la elección de los diversos ingredientes que forman las recetas se busca aquellos de menor costo, siempre y cuando sea posible mantener la calidad deseada…
7. Hamburguesa con queso.
Ya hemos dicho que los productos derivados de la leche y, sobre todo, el queso, son los alimentos naturales más adictivos que existen en nuestra dieta. Sumemos esto al ‘placer de la carne’ y tenemos una ¡Bomba adictiva!, una buena hamburguesa con queso (y sus salsas, obviamente), reúne las cualidades para ser un alimento adictivo. La prueba es que en los países occidentales es cada vez más frecuente que todas las hamburguesas lleven queso, por algo será.
Un estudio firmado por investigadores de la Universidad de Granada en colaboración con científicos de la Universidad australiana de Monash concluye que el cerebro de las personas obesas activa mecanismos iguales que los que se desatan con el alcohol en los bebedores enfermizos. Cada bocado activa en ellos las mismas áreas cerebrales que se excitan por estímulos gratificantes como el sexo y la bebida, y es que cada vez más especialistas se inclinan a pensar que la obesidad podría comenzar a tratarse con éxito del mismo modo que las toxicomanías… ¡El Big Mac o el Whopper es el enemigo!.
8. Beicon.
El divulgador Michael Pollan, en su libro ‘Cocinar, una historia natural de la transformación’, asegura que la cocción y preparados de los alimentos de alto contenido calórico hace que estos liberen una serie de sustancias que resultan irresistibles a la mayoría de animales. Pollan asegura que la industria (también la del procesado de carne utiliza internamente términos como ‘adictividad’ o ‘blitz point’: explosión de sabor, y ‘snackability’, ‘picotabilidad’) para designar los resultados de un trabajo destinado a crear comida que no podamos parar de comer. ¿Qué utilizan? Básicamente grasa, azúcar y sal.
Así, el bacón es uno de los alimentos cuyo olor, cuando pasa por la sartén, resulta más atrayente. Y esto es culpa del nitrito de sodio (E 250), una sal que se utiliza como conservante de la carne y fijador de sus colores, en ahumados, adobados, fiambres y embutidos. Eso sí, su uso se justifica porque impide el crecimiento de las bacterias esporógenas.
9. Bollería.
Los productos dulces de pastelería y bollería contienen algo de manteca que da sabor agradable y proporciona grasa para que no se oxide, así como azúcar o dulces que vuelven a propiciar una combinación poco saludable y adictiva. Ya sabemos que siempre que un alimento tenga sustancias estimulantes o que conjugue grasas y azúcares en su composición.
Tengamos muy en cuenta que esta combinación es la que más adictiva puede resultar para aquellos individuos que son vulnerables a volverse dependientes de la comida, y es que, amigos, reconozcamos que si comes un croissant-mini relleno de crema,te apetece, casi inmediatamente, una docena más… por lo menos.
10. Pasteles.
Al margen de la oscura razón por la que en las bandejas de pasteles siempre ponen un borracho que nadie quiere comer, está claro que ante 200 gramos de pasteles a repartir entre seis personas u ocho, el cerebro se queda con ganas de más, de la misma forma que una persona que consume cocaína en forma regular. Los pasteles tienen alto contenido glucémico y son elaborados con hidratos de carbono refinados, además, no hay que perder de vista el hecho de que muchos de ellos también están hechos con chocolate.
En pastelería industrial se mezclan harina, almidón, azúcar, aditivos y microingredientes, incluyendo aditivos químicos de control como elE101 o Lactoflavina, un colorante amarillo con origen natural en el huevo y que por medios químicos es la vitamina B-2. También E-101, E-102, E-103, E-104, E-105, E-106, E-110, E-121, E-122, E-123.
11. Pollo frito.
El pollo frito en casa está bueno pero es llevadero, no se convierte en una obsesión. El problema es el pollo frito de grandes empresas multinacionales especialistas en hacer manjares que enganchan. Así, por ejemplo, en el caso de la cadena de comida rápida más famosa en el mundo dedicada al pollo frito, Kentucky Fried Chicken, se sabe que su receta lleva azúcar, harina, sal, pimienta negra y glutamato monosódico. De nuevo el gran secreto…
12. Cereales.
Sobre estos derivados, lo primero que hay que decir es es que son un alimento procesado más. De este modo,cuanto más refinados, más adictivos. El pico de secreción de insulina que provoca consumir cereales contrarresta los altos niveles de cortisol, la hormona del estrés, característicos de episodios de ansiedad y nervios tan presentes en la actualidad.
Es un clásico que después de comer alimentos dulces procesados (bollerías, bombones, etc.), pan o pasta son los predilectos para compensar ciertos desajustes emocionales, hasta tal punto de crear adicción. Además, favorecen que comas de manera compulsiva, y cualquiera que haya dejado de comer cereales y azúcares, especialmente refinados, sabe que uno debe superar un ‘síndrome de abstinencia’ semejante al de aquel que opta por dejar de fumar o beber alcohol.