Nuestro ADN se combina con cierta aleatoriedad para dar lugar a otro ser vivo. Está claro que para que una persona sea alta, en su familia debe haber existido antes alguien alto que haya transmitido sus genes, igual pasa con los pelirrojos, rubios o morenos. Esto también tiene la inconveniencia de transmitir ciertas enfermedades genéticas, o predisponer a los descendientes a sufrirlas, pero ese es otro tema.
Ya hemos dicho que se combina aleatoriamente, pero eso no es del todo cierto, ya que dependiendo del tipo de gen hay más posibilidades de que se exprese o no. Esto es lo que se conoce como genes dominantes y genes recesivos. Mendel ya estudió estas características -sin saber realmente lo que era un gen- a mediados del siglo XIX con sus experimentos en los guisantes, y sentó las bases de las actuales investigaciones genéticas.
Sabiendo ya lo que son los genes recesivos y los dominantes tenemos la suficiente información como para poder hacer una tabla estadística. En esta tabla veremos cuáles son las posibilidades del color de ojos que tendrá un niño de una determinada pareja, tan solo con saber el color de ojos de estos. Sencillo si, pero no 100% exacto.
Se dice que los ojos azules y verdes tienen los días contados y que, en un futuro no demasiado lejano, el gen que produce esta coloración desaparecerá. En realidad es una cuestión de adaptación. Los ojos claros son más sensibles a la luz y, según diversos estudios, perciben peor el mundo. Por lo tanto es lógico que la ventaja evolutiva sea la que se transmita.