Dirk Voltz y su novio quedaron impresionados por las espeluznantes imágenes de inmigrantes sirios intentando llegar a las costas de Grecia y de Turquía este mes de septiembre. Pero al contrario que otros millones de europeos que vieron las imágenes del niño muerto en la playa como un drama inevitable en el que poco se podía hacer, esta pareja de alemanes decidió pasar a la acción: abrieron su casa en Berlín para acoger a 24 inmigrantes.
Tras un mes de convivencia, Voltz ha decidido compartir en su perfil de Facebook una interesante reflexión sobre su experiencia de convivir con refugiados. El texto, toda una oda a la convivencia y una denuncia al racismo, se ha convertido en viral.
En los malos tiempos, uno debe tener su propio balance de las cosas. El mío se parece a esto: Desde julio que mi pareja y yo hemos hospedado unas 24 personas procedentes de Siria, Afganistán, e Irak en nuestro hogar en Berlín. Nuestros cuchillos están todavía en la cocina, precisamente en la mesa donde los dejé. Desde de que nuestros invitados de Siria e Irak llegaron, nunca hemos necesitado una llave para nuestra habitación, excepto por una vez que un querido huésped de Afganistán necesitaba una para jugar con nuestros gatos. Nuestros cuatro gatos viejos y gordos se divirtieron tanto como el joven.
Pero volvamos a los cuchillos: todo lo que fue apuñalado en nuestra casa en las semanas en que fuimos anfitriones fueron cebollas, ajo y un muchísima carne. Mario y yo todavía estamos vivos. Tal vez, incluso con mayor intensidad que antes. Si es que alguna vez volveremos a vivir una vida “normal”, no lo sabemos. ¿Cómo puedo hablar de la charla de lujo de ayer? Realmente, ¿qué diablos está pasando aquí?
Ningún musulmán que estuvo aquí quiso matarnos mientras dormimos. Nadie nos insultó porque somos dos hombres y compartimos una cama. Nadie, por cualquier medio, dijo que prefiere la Sharia sobre las leyes alemanas. No conocimos a ninguna persona que no se arrepiente de salir de su casa. La única mala experiencia que puedo recordar es que nuestros nuevos amigos utilizaban mucha azúcar y mucha sal. Así que lo compramos en el mercado y eso fue todo.
¿Dónde está la islamización que la gente en Alemania ha estado tan preocupada en las últimas semanas? Tal vez se habrá quedado en la ruta de los Balcanes en alguna parte. Está ahí si le preguntas a los llamados “ciudadanos preocupados” de Alemania… definitivamente. Si no es ahora, entonces será en 2016, 2017, 2018…
La verdadera decepción que nos pasó a nosotros llegó en forma de mensajes normales de texto, amenazas de muerte en la calle o cartas insultantes en la puerta principal de nuestra casa. O simplemente amigos de la escuela, que en vez de llorar, citan la AfD [partido político derechista de Alemania]. En lugar de hacer frente a la crisis, actuamos como si no hubiera mañana. ¡Despierta finalmente!
Como si se pudiera detener esta migración de personas. Como si pudiéramos personalmente influir en qué guerra estallará. Como si todos no tuviéramos una responsabilidad en los acontecimientos del mundo. Puede ser que el Islam no pertenezca a Alemania. También es posible que el diablo sea parte de todas las religiones. Tal vez tengo que luchar por mis derechos como homosexual en diez años, más intensamente de lo que tengo que hacerlo ahora. También es posible que me de cuenta, en algún momento, que he cometido errores. ¡Todo es posible, nada tiene que pasar con seguridad!
¿Quién sabe? Quiero decir, ¿quién sabe lo que va a ser algún día? Ciertamente yo sé que lo que ocurrió el recién pasado verano y este otoño han cambiado nuestras vidas. Tú puedes estar allí para otras personas. O puedes tener miedo. Y si eso sucede, lo siento.
Lo siento por los que viven en el miedo.
Sorprende ver que los únicos problemas derivados de vivir con 24 inmigrantes provengan del exterior, de vecinos recelosos y de grupos racistas. La reflexión de Dirk puede ser extrapolable al resto de la población: el principal problema derivado de la llegada de refugiados emana del miedo y en la paranoia de la sociedad que los acoge.