Cumplir las expectativas sociales y encajar en parámetros preestablecidos es uno de los males que han acompañado a las mujeres a lo largo de la historia, especialmente cuando se ‘incumplen’ esas reglas no escritas y se llega a cierta edad –léase los treinta– que debiera ser de satisfacción por tomar las riendas de la vida bajo tu mando.