Tras ayudar a una persona sin hogar, comprándole un bocadillo pagado con su propio dinero, Savannah recibió una importante reprimenda de su jefe, quien le espetó que no debía alimentar a aquellas personas que no pudieran permitírselo.
Indignada y defraudada con su manager, decidió ser consecuente y dejar su empleo. Después contó su historia a través de la página de Facebook de la cadena de comida rápida para la que trabajaba.
Desde entonces, más de 550.000 personas le han mostrado su apoyo a través de las redes sociales, felicitándole por su gran corazón e integridad.
A continuación podrás leer la historia completa explicada por su protagonista.
“Hola me llamo Savannah y hace unos meses me ocurrió algo que me llevó a tomar la decisión de abandonar mi trabajo, y escribir a la cadena responsable este mensaje:
Hace un par de meses que trabaja como cajera en un Subway, pero renuncié. Lo que me llevó a renunciar fue que una persona sin hogar entró en el local para comprar un sandwich.
En primer lugar, preguntó si un sandwich costaría más de 10$, a lo que un compañero le respondió que no, y él siguió esperando su turno.
Cuando por fin llegó a la caja, buscó su dinero de forma frenética, pero con la vergüenza reflejada en su rostro explicó que no conseguía encontrarlo, y entonces empezó a marcharse.
Así que le llamé y le dije que yo se lo pagaría. Tomé mi tarjeta de crédito y le pagué la comida, toda, sin aplicarle ningún descuento. Me lo agradeció una y otra vez. La persona que iba detrás en la cola me felicitó por la buena acción que acababa de realizar.
Así continuó el turno con normalidad, pero cuando todos se fueron llegó lo peor. Cuando estaba limpiando la parte trasera del restaurante, mi jefe empezó a gritarme. Me dijo que “si alguien no podía pagar por su comida, debía obligarle a marcharse”. Le dije que no iba a permitir que muriera de hambre. Hacía mucho calor fuera y ese señor mayor parecía exhausto, deshidratado y muy hambriento.
Estaba muy desconcertada, ya que me estaban regañando por el simple hecho de haber ayudado a alguien que lo necesitaba. La compañía y los supervisores siempre me habían explicado que el negocio se basaba en hacer feliz a las personas, pero supongo que para ellos la gente sin hogar no son personas. Por eso decidí renunciar a mi trabajo”.