Una casa familiar, de aire victoriano, con cuatro dormitorios, un inmenso y cuidado jardín con piscina y en muy buen estado por el precio de 249.000 dólares. Dicho así, suena bien, de cine. Y más aún si a los posibles compradores se les cuenta que entre sus paredes se rodó una de las mejores películas de la historia galardonada con 5 Oscars hace 24 años. Entonces, ¿Cuál es el problema? ¿Por qué no se vende?
Sí y no, porque una de las teorías que se barajan es que el problema podría ser la película que allí se rodó o que este atractivo cinéfilo en realidad no sea lo suficientemente fuerte. Era su principal reclamo publicitario, pero no está sirviendo de mucho. Y es que la película a la que sirvió de escenario hace casi un cuarto de siglo fue nada más y nada menos que a El silencio de los inocentes.
No parece muy agradable eso de pasearse por donde lo hizo unos de los asesinos más inquietantes del cine, Jame Gumb (Ted Levine), y que a uno le venga a la mente, mientras se come una suculenta hamburguesa, que bajo sus pies estuvo encerrada la hija de la senadora. Aunque en realidad la escena se rodase en un estudio.
El caso es que la casa se puso a la venta el pasado mes de agosto y todavía sigue sin comprador. Hasta el punto que sus actuales dueños, un matrimonio de jubilados, decidieron bajar el precio de salida de 300.000 dólares a 249.000 para animar la venta. Pero nada, que la casa no encuentra quien la quiera. Da la impresión de lo que para los Lloyd, Barbara y Scott, no ha sido un problema durante más de dos décadas sí lo es a la hora de vender.
Y no será por falta de empeño de la agente inmobiliaria encargada de su venta, quien, en declaraciones a NBC News juraba y perjuraba que se trata de una casa “encantadora” y con mucha más historia que haber sido la casa de El silencio de los corderos. Al parecer, George Washington durmió allí.