Su hijo de 7 años le dejó una nota de despedida a su madre ¡Lo que ella descubre es realmente asombroso!

“El abuelo se murió y en la iglesia dijeron que Dios se lo había llevado porque lo quería y necesitaba estar cerca de él. Entonces Dios podría hacer que cualquiera fuera donde él en cualquier momento. No importa si uno es un niño y está sano como yo”

Los niños no viven la misma realidad que los adultos. Ellos son más sensibles y todo lo que se les dice les impacta mucho: sus miedos y alegrías son de una pureza única. Los adultos fueron alguna vez niños, pero parece habérseles olvidado ese aspecto de la vida. A algunos mayores les parece hermoso toparse con gestos y expresiones que demuestran aquella inocencia infantil. Saben que si ponen la atención suficiente pueden aprender algo valioso.

Una madre soltera lo experimentó con su hijo Daniel, de 7 años, tras recibir una carta suya donde le contaba sus reflexiones. Ella había perdido a su padre, por lo que el pequeño había quedado sin abuelo. La mujer estaba muy triste, pero intentaba mantenerse bien para que su hijo no sufriera. Era la primera vez que Daniel tenía que enfrentar la muerte de un familiar cercano. Según la madre, el pequeño todavía no comprendía la muerte y agregaba que no era bueno que tuviera ese tipo de pensamientos a tan temprana edad.

Una mañana la mujer encontró una carta en la puerta de su habitación. Era de Daniel, quien ya había tomado su leche y había subido al bus escolar. El día anterior habían asistido a la misa para la ceremonia fúnebre, por lo que pensó que la carta tendría algo que ver. Y así fue, la carta tenía un mensaje sobre ese hecho, pero además un tono de despedida que no se esperaba:

Carta-728

“El abuelo se murió y en la iglesia dijeron que Dios se lo había llevado porque lo quería y necesitaba estar cerca de él. Entonces Dios podría hacer que cualquiera fuera donde él en cualquier momento. No importa si uno es un niño y está sano como yo. Creo que yo también podría desaparecer por su amor. Mamá si eso pasa no quiero irme sin avisarte y que estés triste. Guarda siempre esta carta y léela todos los días. Yo te avisaré cada vez que pueda que sigo aquí. Y podremos abrazarnos y jugar siempre hasta que se haga de noche”.

Después de leer la carta, la madre fue a la pieza de su hijo. Ahí se sentó en la cama y pensó en lo que había leído. Las ventanas estaban corridas y la luz inundaba la habitación. Se fijó que la cruz que había algo nuevo en la mesa donde Daniel hacía sus tareas. A los pies de su cruz de madera había otro papel con algo escrito. Ella se acercó y lo tomó en sus manos para leerlo. Era otra carta que decía: “No puedo irme todavía. No me separes de mi mamá. Ella me necesita”.Cuando Daniel volvió a casa, su madre lo estaba esperando. Habló con él sobre lo que había sucedido y le dijo que ellos nunca se separarían. Le explicó que se cuidarían mutuamente, que ese amor tan poderoso los mantendría a salvo, y que el abuelo desde el cielo también los observaría para sentirse como uno más. Daniel escuchó sus palabras y abrazó a su madre. Se sentía seguro pegado a ella.¿Qué te pareció el gesto del niño?