Sin los postits estaríamos sumidos en el caos, nadie recordaría nada, ni podrían convertir las paredes de sus oficinas en murales, no podrían dejar notas pasivo-agresivas en los frigoríficos, ni se podrían tener guerras como esta que hubo recientemente en Nueva York.
Todo comenzó de forma inocente. Una empleada de Harrison & Star escribió un simple “hola” con postits en la ventana y esperó a que alguien respondiera. Y lo hicieron, pusieron “qué pasa”. Hasta ahí, todo muy civilizado, pero es que no acabó la cosa. Ambos edificios albergan un buen número de agencias creativas y de marketing, y los trabajadores, tan creativos ellos, no pudieron resistirse. Pronto las ventanas estuvieron llenas de mensajes divertidos y dibujos. Pero como descubriréis si seguís leyendo, todo acabó de forma devastadora e inesperada…