Los juguetes con los que nos divertimos de pequeños son importantes. Incluso a veces aprendemos cosas de ellos. Las niñas y niños de todo el mundo siempre han jugado y siempre lo harán. Y su misión es pedir con los ojos, con sus manos o con su propia voz algún muñeco, juego o disfraz que les parezca atractivo.
Y ahí entra el factor adulto. “¿Se lo compro?”. “¿Es educativo?”. “¿Fomenta valores negativos?”.
A veces responder es difícil. Otras veces la cosa está más que clara: lo que viene a continuación no lo compraría ni el mismísimo demonio, echa un vistazo: