De vez en cuando una nueva y extraña tendencia de belleza se hace famosa y revoluciona el mundo para luego dejar de estar de moda tan bruscamente como llegó.

Pero mientras las modernas tendencias de belleza tienden a adoptar nuevos estilos, emocionantes, muchos de los dispositivos y las modas del pasado estaban destinadas para rejuvenecer la piel y eliminar los “defectos”. Y de alguna manera, se las arreglaron para destacar aún más los diseños. Sin embargo, esto no era exactamente algo bueno, porque la mayoría de estos “tratamientos” eran absolutamente aterradores.

1. Se supone que este “micrómetro de belleza” sirve para “analizar” los defectos faciales y ayudar a decidir qué maquillaje usar.

2. Técnicamente, esto se supone que sirve para curar las resacas en lugar de embellecer.

3. Después de todo, incluso una simple máscara de fruta parece un poco siniestra, como ésta…

4. La máscara Rejuvenique se suponía que te deshacía de las arrugas con la ayuda de impulsos eléctricos. Pero aparte de que parece algo que un ladrón usaría, no hace mucho.

5. Este dispositivo, que parece un aparato de tortura, se supone que usa dióxido de carbono para deshacerse de las pecas.

6. Esta era una máscara de calefacción diseñada para “estimular la circulación” y hacer que tu piel estuviera más fresca.

7. La descripción de esta imagen dice “mujer en sala de belleza.”

8. El “casquete glamour” se supone que mejora tu cutis poniendo tu cabeza al vacío.

9. Este es el Facial Flex. Se supone que trabaja los músculos de la cara como un “lavado de cara natural”.

10. En 1940, en Florida, la gente llevaba esto para evitar tener pecas.

11. No parece que estuviera disfrutando de este secador de pelo, ¿no?

12. Esta fue otra espeluznante máscara eléctrica diseñada para combatir los signos del envejecimiento.

13. Estos rodillos metálicos se supone que hacían perder peso masajeando las piernas.

14. Esta máquina de succión prometía una piel lisa, sin manchas.

15. Este tratamiento de mascarilla facial provino del famoso salón de Helena Rubinstein.

16. … ¡Y no nos olvidemos de los corsés!