“Comunidad gay: soy hija de ustedes. Mi mamá me crió con su pareja del mismo sexo en los 80 y 90 (…) Amé a la pareja de mi madre, pero otra mamá jamás podría haber reemplazado al padre que perdí”.
Estas son las palabras de Heather Barwick, una mujer hétero, de Estados Unidos, casada y con hijos, y, tal como ella lo indica, que creció en un hogar con dos mamás.
Barwick explica su caso, diferente al que podría tener un menor concebido de forma artificial hoy en día, pero que expone un tema no menor, como lo es ser criada por una pareja del mismo sexo en el hogar: Su mamá siempre fue lesbiana, pero en los años que corrían, no se sintió con la libertad de asumir su orientación sexual, sino que se casó y tuvo a Heather. Cuando ella tenía unos dos o tres años, su mamá decidió salir del clóset, se separó y se atrevió a darse la oportunidad de tener una relación con alguien que de verdad amaba, y que era otra mujer. Desde entonces, el padre biológico de Heather decidió desaparecer de la vida de su hija.
La autora de la carta, continúa la misiva, comentando que terminó siendo criada por su madre biológica y la pareja, que la trató siempre como si fuera su propia hija, y que vivían en una casa de los suburbios norteamericanos, en un entorno gay y liberal. “Aprendí mucho de uds., a cómo ser valiente, sobre todo cuando es más difícil. Me enseñaron a ser empática, a escuchar, a bailar, a no tenerle miedo a las cosas que son diferentes, y a ponerme de pie por mí misma, incluso si eso significa quedarme sola (…) Les estoy escribiendo porque me estoy permitiendo a mí salir del clóset: No apoyo el matrimonio gay”.
Quería desesperadamente a un papá
Heather, una asidua a las marchas pro derechos gay, continuó su misiva: “Los niños necesitan de una madre y un padre (…) Es ahora que viendo a mis hijos amando y siendo amados por su papá, todos los días, que puedo ver la belleza y sabiduría que hay en un matrimonio y paternidad tradicional”.
“Crecí rodeada de mujeres que decían que no necesitaban ni querían a un hombre. Sin embargo, siendo una niña, quería desesperadamente a un papá. Es extraño y confuso ir con este inextinguible y profundo dolor por un padre, por un hombre, en una comunidad que dice que los hombres son innecesarios”.
“No digo que ustedes no puedan ser buenos padres (…) Sabemos que existen muchas maneras diferentes en las que una familia puede quebrarse o hacer sufrir a un niño: divorcios, abandonos, infidelidad, muerte, etc. pero en general, la estructura familiar más exitosa ha sido una en la que los niños son criados por un padre y una madre (…) El matrimonio gay no solo está redefiniendo el matrimonio (de hoy) sino que también la paternidad (…) Negándonos (a los hijos) algo precioso y fundacional”.
“¿Por qué los hijos de la gente gay no puede ser honesta? (…) los hijos de padres divorciados tienen permitido decir: ‘oye, mamá y papá, los amo, pero el divorcio me destruyó y ha sido muy duro.; rompió mi confianza y me hizo sentir que todo era mi culpa. Y es tan difícil vivir en dos casas distintas (…) Pero a los hijos de padres del mismo sexo no se les ha dado la misma voz (…) Muchos de nosotros estamos asustados de hablar de nuestra herida y nuestro dolor, porque por alguna razón, sentimos que no nos escuchan (…) o que nos califican como enemigos”.
“Sé que ustedes se han sentido odiados y que realmente los han herido. Yo estaba ahí, en las marchas, cuando otros llevaban pancartas que decían ‘Dios odia a los mar#$%’ y ‘El sida curó la homosexualidad’. Lloré y ardí de rabia junto a ustedes en las calles. Y esa gente (que los odia) no soy yo, no somos nosotros. Sé que esta es una conversación difícil. Pero necesitamos tenerla. Si alguien sabe lo que es hablar de cosas difíciles somos nosotros. Ustedes me enseñaron a hacerlo”.