Este hombre recogía bebés abortados y los sepultaba ¡Esta historia te conmoverá hasta los huesos!

Tong Phuoc Phuc es un hombre excepcional, un verdadero héroe sin capa. El vietnamita de 48 años se ha dedicado durante los últimos 15 años a la adopción de cientos de niños huérfanos, aunque el origen de su increíble labor altruista es muy diferente.
En el 2001, su mujer tenía problemas durante el embarazo y mientras pasaban tiempo en el hospital esperando el nacimiento de su hijo, se daba cuenta de muchas mujeres que llegaban embarazadas pero días después salían sin bebé.
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Poco tiempo después supo lo que ocurría en realidad, y la idea de que los niños fueran abortados era muy dolorosa. Además, cuando si esposa sobrevivió a un parto muy difícil, Phuc prometió que encontraría una forma de ayudar a los demás.
Comenzó a ahorrar una parte de su ingreso como contratista de construcción para comprar un terreno sobre la colina, ir a hospitales y clínicas de aborto por los pequeños no deseados y darles una sepultura apropiada, porque hasta ese momento, los restos eran arrojados directo a la basura del hospital.
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A pesar de los cuestionamientos de muchas personas, incluyendo a su esposa, Phuc enterró desde entonces a más de 10 mil bebés, aunque nadie sabía que su intención real era generar conciencia para salvar vidas de más pequeños.
Una vez que se corrió la voz de que tenía un cementerio de bebés abortados, muchas mujeres embarazadas con intención de abortar comenzaron a visitarle. Phuc pensó que lo mejor sería tener un lugar en el que pudieran hospedarse, y también con la posibilidad de adoptar bebés para quienes no pudieran tener, y fue de esta manera que pasó de cavar tumbas a salvar vidas.
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Como es de imaginarse, criar a tantos pequeños no fue nada sencillo, por lo que ideó una forma fácil de nombrarlos: los niños se llaman Honor y las niñas Corazón. A la fecha ha adoptado más de 100 niños que alberga en su hogar, e incluso con el tiempo ha logrado que 27 pequeños volvieran con sus madres.
Su trabajo ha traspasado las fronteras y cada vez más personas se suman para realizar donaciones de lugares tan lejanos como Estados Unidos. “Continuaré este trabajo hasta el día que me muera, y espero que mis hijos sigan haciéndolo cuando yo ya no esté en el mundo”.