Las cárceles de Filipinas son inhumanas. En ellas conviven presos con diferentes delitos hacinados con otros que esperan durante años una condena.La suciedad, las enfermedades, los tumultos carcelarios y la falta de espacio son comunes.
Entre los factores que alimentan la congestión de las cárceles filipinas están la duración de los procesos y las graves carencias del sistema carcelario que determinan condiciones “inhumanas”. Según la Comisión Episcopal para la Pastoral de las Cárceles (Ecppc), sólo el 35% de los 115.000 detenidos son culpables según la ley. El resto (65%) son sólo sospechosos o incriminados en régimen de detención preventiva,pero nunca han tenido una condena.
A las dramáticas condiciones de las cárceles se añaden abusos por parte de las autoridades, que terminan en casos de maltratos, abusos sexuales, extorsiones de los prisioneros, violencia y vejaciones.
Pero la situación en algunas cárceles del país son especialmente alarmante. Dentro la prisión más conocida de Filipinas, Quezon City, en Manila, hay 3.600 presos viven en un espacio construido para 800.
Su vida diaria es una batalla implacable y constante por el espacio, para comer, para dormir, para asearse… Los hombres se turnan para dormir en el suelo de cemento agrietado de una cancha de baloncesto al aire libre o los huecos escaleras.
Muchos duermen de cuclillas, otros comen insectos como comida extra, muchos sufren erupciones y furúnculos causados por la falta de ventilación y agua.
Dentro de la cárcel Quezon City, que fue construida hace seis décadas y aloja a los presos cuyos casos están pendientes, hay celdas diseñadas para 20 reclusos en las que conviven casi 200.
La situación de la prisión la ha contado en primera persona para The Daily Mail, Raymund Narag, un experto en justicia criminal por la Universidad del Sur de Illinois en los Estados Unidos, que fue acusado por un crimen que no cometió y encarcelado en la cárcel de Quezon City.
Narag estuvo compartió durante siete años una celda pensada para cinco personas con 20 reclusos. Cuenta que vivía de una dieta de pescado seco que apenas le permitía moverse.
En su libro La libertad y la muerte dentro de la cárcel, Narag detalla las horrendas condiciones de vida de los internos están sometidos y el temor constante.
“Durante casi siete años he experimentado la muerte cada momento de mi vida dentro de la cárcel”, asegura.
Las raciones de comida se sirven en horas inusuales durante todo el día y toda la noche y “no es apta ni para los cerdos”
Narag dice que las raciones de comida son mínimas y a menudo contienen contienen clavos oxidados y cucarachas.
“Los presos son propensos a las enfermedades contagiosas debido a las malas condiciones de vida en sus celdas. Duermen en celdas superpobladas y con poca ventilación. El suministro de agua potable es muy limitado. Las raciones de alimentos tienen un contenido nutricional inadecuado. Los reclusos enfermos y sanos se agrupan en las mismas celdas”, señala.
“Todos los meses en Qezon cárcel de la ciudad mueren entre dos y cinco reclusos por enfermedades”, dice Narag.
El aburrimiento es otro grave problema y provoca que los hombres se depriman y, en muchas ocasiones, acaben con enfermedades mentales.
Narag ha vuelto ahora la prisión en la que estuvo hace seis años para denunciar la situación. Las imágenes dejan patente la cruel situación que viven los presos de la cárcel de Quezon City.