Chloe Knapton tenía tan solo 21 años cuando vivió la peor noche de su vida. Había salido con sus amigas y se encontraba conduciendo su coche de vuelta a casa a altas horas de la madrugada. El camino era angosto, estaba oscuro y, de pronto, mientras manejaba, alcanzó a ver una bicicleta obstaculizando el camino. Inmediatamente pisó el freno, detuvo el vehículo y se dio cuenta de cómo una de sus amigas, que manejaba delante de ella en otro auto, se estaba bajando para despejar la vía. Claro, los motivos que explicaran por qué había una bicicleta en medio de la calle podían ser muchos, sin embargo, ella ni se hizo la pregunta. Más bien, esperó a que su amiga la moviera para retomar el camino a casa.
Esperó un momento y, de repente, vio a un hombre que se acercaba desde el paradero de buses. Sostenía una botella de vodka a medio tomar en la mano y caminaba errático. No pasaron muchos segundos hasta que el tipo, aún nadie sabe por qué, tomó vuelo y golpeó la ventanilla de Chloe con la botella de vodka. El impacto fue devastador.
Los vidrios salpicaron hacia el interior del auto incrustándose en todo el rostro de Chloe. Fue una fracción de segundo, pero toda su vida había cambiado.
El tipo se alejó, volvió al paradero de buses, y se perdió en la oscuridad de la noche.
Desesperada, Chloe se las arregló para volver a conducir y llegar a casa. Una vez ahí, abrió la puerta y despertó a su familia.
Su madre recuerda el escalofriante episodio.
“Llamé a una ambulancia que tardó más o menos 15 minutos en llegar. Chloe estaba asustada pero fue muy valiente. Esperó ahí mientras la sangre formaba pozas en el piso”, señaló.
“La llevaron al hospital y tenía vidrios incrustados en todas partes. Ahí le suturaron ambos labios por dentro y por fuera. También cosieron su nariz, y tuvo que estar 3 días en el hospital. Además, perdió un diente y necesitó de 3 operaciones distintas para reconstruirle el rostro. Las heridas eran extremadamente profundas. No puede sonreír y pasó mucho tiempo en el que tampoco podía comer. Tenía que ingerir alimentos líquidos”, añadió la madre.
El agresor, por otra parte, fue capturado dos días después y puesto a disposición de la justicia. Sin embargo, a pesar de haber confesado los hechos, no mostró señales de arrepentimiento ni mucho menos pidió disculpas. En vez, él mismo publicó una explicación a su actuar en Facebook.
“Golpeé la ventana del auto de unas chicas porque estaban tratando de robar mi bicicleta. Es terrible”.
Su nombre es Andrew Shires y tiene 37 años.
Hoy, Chloe ha visto todos sus sueños frustrados. Quería ser bailarina y llevaba años preparándose para dar el salto al profesionalismo, pero, según ella misma explicó, eso ahora es imposible.
“Nadie acepta a bailarinas con cicatrices así de profundas en sus rostros”, dijo Chloe.
Es triste. Sin embargo, la chica hoy ha creado una escuela para bailarines y piensa dedicarse a enseñar y fomentar la danza en su país.
¿Tú qué opinas al respecto?