Día 1: ¡Soy libre! Día 10: ¡Quiero comida de casaaa!
Mudarse es una decisión muy difícil y buena al mismo tiempo. El poder decidir sobre el espacio que tienes, su decoración, orden, aroma, limpieza y un sin fin de cosas más, resultan en el hecho de quetener un nuevo hogar es algo fascinante ¿pero será tan sencillo como parece?, en absoluto, irse a vivir solo es complicado, es el encuentro frente a frente con uno mismo, con las mañas, irresponsabilidades y todos nuestros defectos rebotados hacia nosotros.
Cuando me mudé estaba de lo más ansiosa e insegura, no sabía si hacerlo o si no. Cada vez que llegaba a casa de mis padres y papá tenía sus zapatos en la sala o mamá criticaba la forma en que lavaba los platos, me repetía una y otra vez que debía buscar mi propio espacio. Luego ellos hacían comida rica y se me pasaba.
Total, lo decidí y busqué mi propia morada. Según la experiencia que he tenido y la de varias personas con las que he compartido las dificultades de hacerse independiente, esto es más o menos lo que pasa cuando te mudas:
1. La decisión
Comienzas a maquinar si te vas o si no, entonces llega un día en que lo haces y te aventuras a buscar un lugar donde comprar o alquilar. Después de varios días de espera e inseguridad sobre la decisión que tomaste, por fin, como si fuera amor a primera vista, te enamoras de un sitio al que bautizas como “hogar”.
2. Las mariposas en el estómago
Listo, firmas contrato y te vas mudando. Guardas con nostalgia todas las cosas pero ya te imaginas cómo y dónde las pondrás en la nueva casa. Incluso ya sabes cómo decorarás todo y tienes un sin fin de sentimientos encontrados. No quieres irte de casa, pero es una necesidad prácticamente biológica.
Esta es la parte en la que invitas a todo el mundo a conocer tu casa.
3. Auto control y organización
Ordenaste todo y te sientes en el cielo, ahora toca encontrar tu propio ritmo y aquí se complica todo.Te das cuenta que no es tan fácil hacerlo todo solo; que si no eres muy ordenado luego tendrás que sufrir para encontrar las cosas y que no hay nadie a quien le puedas pedir ayuda en caso de que pase algo; si se rompe algo lo debes coser, si se corta la luz resolverlo y si te pierden las llaves… llorar y buscar un cerrajero.
4. La inseguridad
Tienes todo bajo control pero comienza a invadirte la inseguridad sobre la decisión que tomaste. De vez en cuando sientes que te apuraste, que no estabas tan maduro como para vivir solo y que todo parecía más divertido antes. Ahora eres responsable de ti y tus decisiones… no hay nadie que pueda ayudarte demasiado.
5. El estrés comienza
Todo se sale de control. Entre el trabajo, el día que no lavaste o que te quedaste dormido para ir de compras, todo se acumula y llega el momento en que te estresas por todo… odias tu casa, hasta las plantas se te secaron.
6. La soledad… ¡quiero a mi mamá!
Como si estar estresado fuera muy poco, se viene la etapa del encuentro con el “yo”, te das cuenta que ya creciste y que ser independiente acarrea muchas responsabilidades. Te pesan los años, la madurez, la sociedad, el mundo y las cuentas.
No sabes qué hacer, cómo organizarte, acomodar las cosas y estás cansado de cocinar pasta y arroz todos los días. Seguro tienes ganas de comer “comida de casa”, la popular sopa de tu madre o el asado de papá.
7. El agujero negro
Extrañas todo y las cuentas no te dejan dormir, ¡vaya que crecer es difícil! Lo bueno, es que siempre tienes amigos que salen al rescate y algún adulto sabio que te aporta un consejo muy correspondido.
8. Aceptación
En esta etapa entiendes que no todo es tan terrible como crees. Vivir solo es muy difícil y genial, solo debes tomarle el ritmo y hacerte responsable de tu propia vida. Haces un plan de acción con varios horarios y con tropiezos los tratas de cumplir igual.
9. Aprendiendo a vivir solo
Un día te miras al espejo y entiendes que has crecido, que la necesidad por abandonar el nido que tuviste hace tiempo era producto de tu propia evolución, y que si bien ha sido difícil, estás feliz de estar aprendiendo tanto sobre ti y la vida.
Ahora más que nunca valoras todo lo que tus padres hicieron por ti y te preguntas: ¿cómo es que mantenían la casa y criaban hijos?
10. Confianza y orgullo
Finalmente, una tarde llegas a casa después del trabajo o una fiesta y suspiras profundo en la entrada.Están tus muebles, tu desorden, tu aroma, tu hogar.
Eres feliz.