¡Es una chica maravillosa!.
El nacimiento de su primera hija tenía a Tamara ansiosa, expectante, y entusiasmada… La llamaría Jemma, y según ella misma relata, haría todo lo que estuviera en su poder para brindarle una gran calidad de vida, pues sería su hija y ¿Quién no quiere que los niños sean felices?
Claro, Tamara estaba feliz y como toda futura madre primeriza, entró a pabellón nerviosa. Pasó horas dando a luz, fue un parto normal y cuando la pequeña nació, una impactante noticia invadió a su madre por completo.
Dael un vistazo a su historia:
La bebé había nacido con una deformidad en sus manos y pies.
Tamara, confundida, se largó a llorar, no porque su hija no estuviera en las condiciones que ella hubiera querido, sino porque temió que su cuerpo no le permitiera realizar las actividades propias de una persona común y corriente.
Los doctores, al cabo de un tiempo, señalaron que Jemma se acostumbraría a usar sus manos en las condiciones en que estaban. Sin embargo, dijeron a Tamara que una de sus piernas podría traerle muchas complicaciones.
“Vamos a tener que operarla… Seguramente varias veces a lo largo del tiempo para prácticamente reconstruirla”
¡Tamara miró a los doctores sin poder creerlo!.
Y entonces junto a su esposo tomó una difícil decisión: Amputarle la pierna… Era una posibilidad que habían analizado con los doctores, si bien en cuanto a lo estético podría ser fuerte, en términos de movilidad le brindaría una comodidad mayor. Con lágrimas en los ojos, entraron por segunda vez a pabellón en menos de un año, esta vez, para quitarle la pierna de su cuerpo. La cirugía fue larga, difícil, y el futuro era incierto.
Pasaron dos años desde aquel día y la pequeña Jemma recibió su primera prótesis.
Entonces, todo cambió radicalmente, rápidamente comenzó a caminar, a jugar, a bailar. Saltaba de trampolines y era una chica completamente feliz. A pesar de lo que pudiera creerse, Jemma reía constantemente y no podía estar más alegre gracias a su nueva pierna.
Su madre, Tamara, así lo asegura: “Le ha cambiado la vida. Durante toda su época sin la pierna, ella miraba la televisión y decía que quería ser porrista. Hoy, no sólo ha comenzado ese camino, sino que además anda en bicicleta, juega con la pelota, corre y salta. Es una niña feliz y se está acostumbrando desde muy chica a esta realidad”, dijo la mujer que afortunadamente logró tomar la mejor decisión cuando escogió amputarle la pierna a su hija.