Y todo por no querer usar gafas.
Cuando era niña comencé a sufrir terribles dolores de cabeza y de inmediato mi doctora supo que era medio ciega. Desde los siete años que uso lentes y que mi “astigmatismo miópico” no me deja ver más allá de tres metros sin esfuerzo. Toda la vida tuve que usar unas gafas gigantes hasta que llegaron las lentillas o lentes de contacto al mercado. Recuerdo que mi oftalmóloga me hizo jurar que me lavaría las manos antes de comenzar a usarlas y que sería muy cuidadosa siempre. No sabía por qué tanto alboroto hasta que casi quedo tuerta la primera vez que me las intenté poner, pero con el tiempo me acostumbré y ahora soy muy feliz con ellas.
Si has usado lentes de contacto, seguro vas identificarte con estas situaciones.
1. Temes quedar tuerto
Desde que te los compraste que todo el mundo te advierte sobre los efectos de las lentillas, y aunque eres muy delicada con su uso temes en secreto.
2. El drama de la lentilla perdida
Te estás poniendo las lentillas y de la nada una de ellas se resbala de tu dedo. Se necesita un milagro para conseguirla.
3. Crees que te curaste
A veces vas por la calle y piensas que estás viendo muy bien, pero luego recuerdas que tienes lentillas… No es que te hayas sanado de ser miope.
4. No sabes dónde están las gafas
Estás acostumbrado a usar lentes de contacto, así que el día que tuviste que ir por unos nuevos querías usar las gafas y no las encontraste, es decir, quedaste ciego hasta que las encuentres.
5. Horas perdidas
Cuando comienzas a usar lentes de contacto pierdes al menos 10 minutos colocándotelos y otros 10 sacándolos todos los días.
6. No quieres dormir
Te demoraste más de 10 minutos colocándote las lentillas y tienes sueño, pero prefieres no dormir antes de tener que sacártelas y volver a ponerlas.
7. Perdiste la cuenta de los días
Estás de lo más tranquila cuando recuerdas que, probablemente, las lentillas que llevas puestas ya tienen demasiado tiempo y no las has cambiado. Nuevamente, te preocupa quedar ciega.
8. Calculando la salida
Si usas gafas y vas a salir, piensas muy bien si las llevas o no; dependiendo del tipo de salida podrían perderse o ser anticuadas. Si usas lentillas, te aseguras de estar en un sitio donde no te vayan a empujar… No quieres que una salga volando.
9. El terror del primer día
Nunca vas a olvidar cuando fue la primera vez que invadiste tus ojitos.
10. Te pinchaste un ojo
De lo más normal, te lo pinchas con la uña y se te pone más rojo que un tomate.
Aunque usar lentillas suene un poco complicado, los doctores afirman que es una muy buena opción siempre y cuando seamos cuidadosos. Después de todo, hay se debe recordar que estamos introduciendo un objeto extraño al ojo y es fácil que se contamine.