Se han cumplido ya cuatro años desde la muerte de esta mujer, que dejó el obituario más sincero que se haya hecho. Hoy, su texto vuelve a ser viral por ser atemporal, por ser un recordatorio de que los vivos han de disfrutar de su existencia haciendo más feliz la de otros.
Cuando a Sonia Todd le diagnosticaron un cáncer terminal, evaluó su vida y se enfrentó al duro futuro con una perspectiva más trascendental. En sus propias palabras, le dejaron de importar sus deudas universitarias y su miedo a los asesinos desapareció. Había cosas más importantes en las que pensar. Temas y reflexiones que escribió en su “auto-obituario”.
La mujer vivía en la ciudad de Moscow en Idaho, Estados Unidos y en el diario local -el Moscow Pullman Daily News- se publicó el texto que Sonia escribió para que no tuviesen que hacerlo los demás.
Su tranquilidad te sorprenderá aunque ma´s lo harán sus consejos y reflexiones:
“Mi nombre es Sonia Todd y morí de cáncer a los 38 años. Decidí escribir mi propio obituario porque usualmente se escriben de un par de maneras que no me gustan. O la familia y amigos se reúne y hace una lista de cada logro menor desde la cuna a la tumba en formato de línea de tiempo, o tratan de crear un texto poético sobre la vida de alguien tan brillante que uno pensaría que el fallecido es la versión corporal de una deidad.
No me gusta el formato de la línea de tiempo porque, afrontémoslo, nunca logré nada destacable. Más allá de dar a luz a mis dos maravillosos, amables e increíbles hijos (James y Jason); casarme con mi maravilloso, comprensivo y precioso esposo (Brian); y aceptar al Señor Jesucristo como mi salvador personal, he hecho muy poco. Ninguna de estas cosas requiere el espacio en los obituarios por el que pagaré.
Tampoco quería que un grupo de mis amigos se sentara a escribir un brillante reporte de mi, el que todos sabemos que estaría lleno de falsas historias, verdades a medias, escenarios imposibles y mentiras piadosas. No me gusta poner a las personas en ese tipo de situación.
La verdad, o mi versión es esta: Traté de hacerlo lo mejor posible. A veces tuve éxito, la mayor parte del tiempo fracasé, pero traté. Por todos mis comentarios locos, bromas, y quejas, realmente amé a las personas. Lo único que me separa de los demás es el tipo de pecado en el que hemos participado. No siempre hice lo correcto o dije lo correcto y cuando llegas al final de tu vida esas son las cosas de las que realmente te arrepientes, las cosas pequeñas que hirieron a otras personas.
Mi vida no fue perfecta y me encontré con muchos, muchos, obstáculos en el camino. Borraría totalmente los años de mi vida entre los 16 y los 20… OK, quizás de los 14 a los 22. Creo que eso erradicaría la mayoría de mis desastres en la moda y los malos pasos con mi pelo en los años ochentas. Pero más allá, disfruté mi vida. Algunas partes de ella fueron más difíciles que otras, pero aprendí algo de cada mala situación y no pude hacer más que eso.
Además hay muchos beneficios de morir joven. Por ejemplo, todavía debo mi préstamo estudiantil y la broma es para ellos porque no las pagaré. Además, no me dan miedo los asesinos seriales, los vendedores por teléfono, o el Servicio de Impuestos Internos. No tengo que preocuparme por las arrugas o la capa de ozono o esconderme de las noticias durante la temporada de elecciones.
Algunas personas me dicen que escribir mi propio obituario es morboso, pero creo que es genial porque tengo una oportunidad para dar las gracias a todas las personas queme ayudaron en el camino. Aquellos que me amaron, que me cuidaron, que se preocuparon de mi, que se rieron conmigo y que me enseñaron cosas para que tuviera una maravillosa y feliz vida. Estuve bendecida más allá de la medida por todos ustedes. Eso hizo que mi vida valiese la pena.
Si piensas en mi y te gustaría hacer algo para honrar mi memoria haz esto:
Sé voluntario en una escuela, iglesia o biblioteca.
Escribe una carta a alguien y diles cómo tuvieron un efecto positivo en tu vida.
Si fumas, déjalo.
Si conduces tras beber alcohol, detente.
Apaga los aparatos electrónicos y lleva a un niño a comer helado, habla con él de sus sueños y esperanzas.
Perdona a alguien que no lo merezca.
Detente en todos los puestos de limonadas de niños y di cosas buenas de su producto.
Haz sonreír a alguien si está el hacerlo está en tu poder”.