Yasmin Gasimova ha decidido compartir, en el periódico británico The Tab, su peculiar experiencia. Ocho años sin quitarse el vello es, sin dudas, algo que se corre de la norma.
La joven de 19 años cuenta que por sus raíces turcas, no tiene recuerdos de no tener pelo en el cuerpo. Ya a los 10 años sus compañeros de clase señalaban su bigote y vello en el estómago. A los 11 años tomó la decisión de dejar de depilarse, ya que le parecía una pérdida de tiempo quitarse lo que volvería a aparecer en una semana.
Yasmin asegura que cuando se rasura, es solo porque ella lo siente necesario, sea por estética o comodidad, pero no para acatar las normas que dictan que las mujeres no pueden lucir peludas.
Yasmin sostiene que nadie debería sentirse avergonzado por cómo es naturalmente y que la única forma de solucionarlo es mostrando como lucen realmente los cuerpos femeninos. Por otro lado, insta a las mujeres a reconsiderar por qué se depilan y asegura que muchos hombres aprecian a las mujeres con vello.
Se trata de puro prejuicio social, según la joven británica: “A menudo asociamos a una mujer peluda con ser vaga, poco higiénica o una extrema lesbiana feminista. El vello corporal es visto como algo típicamente masculino y, habitualmente, por error, lo consideramos la forma de medir la masculinidad de un hombre, según su pelo en el pecho y en el rostro“.
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