Conoce a la modelo que redefine el concepto de belleza y domina las pasarelas

Ella es Molly Blair, una estadounidense de apariencia andrógina cuyas medidas son 81-60-86. Arriba de la pasarela y a simple vista parece una modelo común, aunque de cerca tiene cara de niña, orejas grandes, estatura de un jugador de baloncesto y una figura un tanto desgarbada.

Sin embargo, es la modelo que marcas como Chanel, Dior, Valli y Loewe eligen para lucir sus prendas en la Semana de la Moda de París.

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Debido a su peculiar físico, en sus 17 años de vida ha tenido que lidiar con una larga lista de calificativos desagradables, como: alienígena, rata, mantis religiosa, gremlin, duende, demonio o goblin.
Pero precisamente son esos mismos atributos físicos los que la llevaron a colocarse como parte de la prestigiosa agencia ELITE, desafiando a Alexander McQueen, Balenciaga, Alexander Wang, Prada, Gucci y Chanel, a modelar sus prendas con un concepto de belleza totalmente diferente al que estamos acostumbradas. Por cierto, Chanel aceptó el reto y la eligió para llevar el vestido de novia que cerró el desfile de la marca.

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Un dato curioso es que Molly nunca había tenido la percepción de que su cuerpo fuera tan peculiar., ni tampoco tenia algún interés por la moda. Solamente acudía a clases dentro de su instituto, jugaba tenis y era, como ella misma se describe, “una uniceja con gafas y camiseta”.
Pero su vida cambió por completo al ser descubierta en un mercadillo de segunda mano de Nueva York. Entonces, todo aquello que la había hecho extraña en la calle, la convertía en un icono inolvidable en el mundo de la moda.

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Molly describe este mundo como una gran comunidad de personas que siempre se han sentido raras por ser altas y delgadas, en la que ha conocido de golpe a personas similares a ella; algo que resulta extraño porque nunca había logrado hacer amigas con tanta facilidad.
Definitivamente su diferencia radica en esa belleza exótica que pareciera venir de otro planeta o pertenecer a otra especie.  Por eso, la de Blair no es como la historia del patito feo que se convierte en cisne, sino la prueba de que la belleza necesita de algo más para no ser tan aburrida.