“Lo primero que sentí fue un olor dulce y cítrico. El baño entero parecía haber sido limpiado antes de mi llegada. Miré a mi alrededor, sorprendida de que mi esposo hubiese limpiado, y ahí lo vi”.
Un día como cualquier otro Ashford Evans entró a su baño y se encontró con un misterioso y aromático jabón esperándola. No cuestionó ni un sólo segundo cómo había aparecido en su baño y procedió a olerlo y maravillarse. Tener un momento de paz como este es algo raro para ella, especialmente tomando en cuenta que es madre de tres niños pequeños llenos de energía.
Según el portal Babble, Ashford se encontró este delicado jabón un día que volvía de un viaje. El olor cítrico era evidente y ella, pensando que su esposo se había dedicado a limpiar la casa en su ausencia, pensó que era un regalo de su parte.
Esto fue lo que comentó al respecto en su blog, Biscuits and Crazy:
“Lo primero que sentí fue un olor dulce y cítrico. El baño entero parecía haber sido limpiado antes de mi llegada. Miré a mi alrededor, sorprendida de que mi esposo hubiese limpiado, y ahí lo vi”.
Lo que vio fue algo muy parecido a un jabón viejo y arrugado y descubrió que desde allí emanaba ese delicioso aroma:
“Lo tomé me lo puse en la nariz y lo olí. El olor a pomelo fresco y la casa en silencio. Era casi el cielo”.
Ashford seguía sin entender de dónde había salido el jabón y lo usó varias veces para lavarse las manos durante la tarde.
A la mañana siguiente mientras hablaba con sus hijos decidió resolver el misterio y les preguntó si sabían de dónde había salido el jabón. Su hija le dio la respuesta:
“Meeny lo encontró en el baño de niños del centro de Tae Kwon Do y lo trajo a casa”.
Fue allí que se dio cuenta de que no era un jabón, sino más bien un bloque aromático para urinales que comúnmente se usan en los baños de hombrespara impedir que los restos de orina que se acumulan allí comiencen a generar mal olor.
“No era un jabón lo que había estado acariciando las últimas 12 horas. Era un bloque aromático… ¡UN BLOQUE AROMÁTICO DE URINALES! Un bloque aromático del baño del gimnasio público al que llevo a mi hijo tres veces a la semana y en el que al menos 1.000 niños han hecho pipí, eso fue lo que puse contra mi mejilla”.