Seguramente te ha pasado que en el espejo pareces una persona, y en la foto completamente otra. Como si tu cámara fotográfica tuviera un filtro integrado que distorsiona la realidad. ¿O tal vez es culpa del espejo?
¿Cuál de las dos cosas refleja nuestro aspecto con mayor precisión, y por qué muchas veces nos vemos diferentes en el espejo y en las fotos.?
Entérate a continuación:
Aspecto psicológico
Muchas veces nos miramos en el espejo cuando estamos en casa. Allí siempre nos sentimos libres y relajados al máximo. Pero las fotos, por lo general, nos capturan en “un territorio ajeno” donde nos sentimos más tensos y menos preparados. Por eso a veces sucede que antes de una fiesta te ves impecable en el espejo pero las fotos del evento muestran todo lo contrario.
Ángulo
Lo que pasa es que nuestro rostro no es simétrico: en algunas personas esto es más evidente que en otras. Por eso sucede toda la confusión. Cada mañana en el espejo nos vemos desde el ángulo de siempre y, como resultado, nos acostumbramos a lo que vemos. Y en las fotos nadie nos avisa cómo, cuándo y desde qué ángulo nos irán a fotografiar. A menos de que seas una estrella como Audrey Hepburn que casi siempre fue fotografiada desde el mismo ángulo.
El balance de blanco
Cada fuente luminosa emite una luz con distinto color o temperatura de color. Pero cuando nos miramos en el espejo, no nos percatamos de estos detalles porque nuestro cerebro, siendo una “súper computadora“, unifica todas las diferencias y ”nos enseña” el tono de rostro que nos hemos acostumbrado a ver. Al mismo tiempo, las fotos capturan la iluminación real, con todas las diferencias de la temperatura de color. Por eso, cuando nos miramos en el espejo, a pesar de toda la variedad de fuentes de luz que iluminan nuestro rostro, nos vemos como de costumbre. Y una foto nos puede provocar indignación porque captura todas las fuentes de luz objetivamente.
Enfoque en elementos separados
No olvides que, por lo general, en el espejo enfocamos nuestra vista en solo una parte de nuestro reflejo y no vemos la imagen general. Mientras que en una foto percibimos todo en conjunto y notamos lo que nos parecía insignificante en el espejo: por ejemplo, una mala postura, los brazos torpemente posicionados, etc..
Reflejo
En el espejo siempre nos vemos “reflejados“ y nos acostumbramos a percibirnos así. Mientras que en las fotos somos como los demás nos quieren ver. Precisamente este ”yo” reflejado muchas veces nos sorprende en las fotos.
Tomando en cuenta todo lo dicho, podemos llegar a la conclusión de que las fotos capturan nuestra esencia mejor que el espejo. Pero no te pongas triste si no te gustan tus imágenes: tal vez solo te fotografiaron en un mal momento, o te pusiste demasiado nervioso o simplemente no lograste meter tu pancita. 🙂