Recibió un costoso regalo sin saber quién se lo envió; y al descubrirlo, ¡no podía creerlo!

La historia de esta mujer inglesa es verdaderamente insólita. Se llama Pauline O’Neill, tiene 34 años y se sintió muy halagada cuando recibió un enorme y costoso regalo de un remitente anónimo. Ella se llevó una gran sorpresa al descubrir quién le había enviado aquel presente.

Pauline, oriunda de Essex, no es una mujer de vicios ni de salidas nocturnas. Sin embargo, hace algunos días decidió disfrutar en soledad de una botella de vino tinto. Lo que sucedió a continuación se viralizó y ha plagado la red de carcajadas.

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Un misterioso envío

El paquete llegó a su puerta junto con una nota que decía: “Necesitas un regalo, esto te ayudará a relajarte”. Pauline pensó que un admirador secreto le habría comprado el presente. El envío contenía tres aceites de baño, un exfoliante corporal, un exfoliante para los labios, una piedra pómez y una barra de burbujas de “cuerno de unicornio”.

Solo cuando leyó el mensaje en la dedicatoria, fue que la mujer comenzó a recordar lo que había realmente sucedido. En una entrevista para The Huffington Post, ella dijo:  “Estaba aturdida, no pensé que el envío fuera correcto y entré en mi banca en línea… y allí encontré una factura de 30 libras (38 dólares) por las cosas compradas en la tienda Lush”.

¿Cómo fue que llegó el envío a su puerta? 

En su conversación con The Huffington Post, Pauline confesó cómo comenzó todo: “La última Navidad, me dieron una preciosa, y bastante costosa, botella de vino tinto. Pensé en tomar solo un vaso y acabé bebiendo la botella completa. Sí, me emborraché un poco”.

La mujer también admitió haberse sentido muy avergonzada por la “auto-nota” que se envió. “¿Quién bebe vino tinto, se compra un regalo y se escribe una nota? ¡Yo! Oh, qué vergüenza”, dijo.

Pudo haber comprado algo más…

Al checar su cuenta bancaria, Pauline descubrió que durante la ‘alocada noche’ de vino tinto también había intentado realizar una compra en eBay. Se trataba de un diario y dos relojes de Harry Potter que costaban más de 20 libras (25 dólares). Afortunadamente, la transacción no se confirmó, pues ella tenía fondos insuficientes.

O’Neill se prometió a sí misma ante The Huffington Post como testigo lo siguiente: “La próxima vez que tome una copa, mantendré mi teléfono fuera de la vista para evitar que suceda otra vez. Probablemente termine en bancarrota si continúo haciendo esto”.

Pauline concluyó: “No debería haber estado haciendo eso a las 3 de la mañana. Debería estar durmiendo.”