Río de Janeiro se gastó cerca de 4.600 millones de dólares para acoger losJuegos Olímpicos durante el verano pasado. Pero, como muchos se temían, la impresionante infraestructura olímpica de la ciudad, que tanto costó construir, se está desmoronando poco a poco. Y una de las imágenes más impactantes es el nuevo color de la piscina de calentamiento, más parecido al de las aguas infestadas de Río que al de una piscina de competición.
El pasado fin de semana, el canal brasileño O Globo publicó numerosas imágenes del decrépito estado de las instalaciones olímpicas. La falta de seguridad ha permitido el robo de mucho material en numerosas sedes, que presentan además una evidente falta de mantenimiento.
Incluso Maracaná, estadio olímpico de Río y uno de los símbolos del deporte brasileño, presenta un estado deplorable. Sin césped que luzca ni electricidad, por las grandes discusiones que los diferentes gobiernos locales mantienen sobre quién debe pagar las facturas de la luz. El total abandono de las instalaciones ha provocado que en muy pocos meses la inversión se haya convertido en inservible.
Tras esto, gana fuerza de nuevo el argumento de muchos detractores de Río 2016, que se mostraron en contra invertir miles de millones de dólares en instalaciones deportivas que muy probablemente no tendrían uso después de las dos semanas de espectáculo de los Juegos Olímpicos. De Atenas a Beijing, son muchos los lugares olímpicos abandonados. Río es el último ejemplo, al menos hasta los próximos.
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