Los médicos de la Edad Media usaban batas de color pardo u oscuro que impedían ver la suciedad y los efluvios que acababan en su ropa. Por culpa de la falta de higiene, muchos pacientes morían y el color negro de las batas comenzó a asociarse con la muerte.
En los albores de la medicina quirúrgica profesional, los cirujanos y enfermeras optaron por el color blanco, un tono que permitía ver cualquier rastro de suciedad, algo de vital importancia para evitar infecciones.
Este color era asociado con pureza, bondad, virginidad y asepsia, cualidades que transmitían tranquilidad y calma al paciente. El médico no era un matasanos ya, sino un salvador.
El uso de batas limpias mejoró las condiciones de higiene y redujo las tasas de mortalidad durante los post-operatorios.
Verde, ¿cuestión de moda?
A principios del siglo XX, la sociedad médica comenzó a cuestionar la elección del color dentro de los quirófanos. Disociando la bata blanca para consultas y eligiendo el color verde espinaca para intervenciones quirúrgicas por razones físicas y psicológicas.
En 1914 y tras la publicación de las teorías de la física del color, un cirujano postuló que el color rojo de las batas blancas manchadas de sangre, no contrastaba con la sangre del propio paciente, lo que impedía al cirujano identificar correctamente las hemorragias.
Con tanto color rojo, el cirujano experimenta fatiga visual, algo que le impide distinguir correctamente la escala cromática de tonos rojos y rosas que componen los tejidos humanos. Lo que puede resultar fatal.
El color verde, empapa y transforma en marrón/ocre el color de la sangre fresca, aumentando el contraste. Algo que también agradecieron los familiares, ya que la sangre sobre blanco era muy escandalosa, e incluso una pequeña cantidad, hacia presagiar lo peor.
Y ahora azul y gris…
El último cambio en la moda de quirófanos se adoptó hace unas décadas y por culpa de una curiosa ilusión óptica.
Si tras fijar la vista en colores rojos y rosas durante mucho tiempo, observamos algo de color blanco, el cerebro lo interpreta erróneamente como si fuera de color verde. Solo dura una milésimas de segundo pero, en una operación, esta ilusión óptica puede traer complicaciones.
Las gasas, apósitos, materiales quirúrgicos y monitores son de color blanco y las batas de color verde. No podemos cambiar el color de esas cosas, pero sí el de la ropa y por ello el verde espinaca, dio paso a un color azul grisáceo.
Este color disimula la sangre, reduce la confusión por ilusión óptica y transmite sensación de limpieza y calma. Además, el color azul es captado mejor y con menos aberraciones cromáticas y reflejos por las cámaras de video, lo que mejora la grabación de operaciones.
Y una curiosidad… la manga corta
No solo en el color han evolucionado la ropa médica, sino también la altura de la manga.
Antiguamente se usaba manga larga, pero se descubrió que éstas contribuían a propagar bacterias, virus y hongos entre los pacientes. Sus bordes rozaban multitud de superficies, se introducían en bolsillos y tocaban los cuerpos de los pacientes, por ello se optó por imponer la manga corta. Por el mismo motivo, también quedaron prohibidos el uso de anillos, cadenas, pulseras, relojes y otros.
Solo dentro del quirófano, y con ropa desechable se permite que el personal médico vista manga larga.