Jacqueline Kennedy había estado en el automóvil donde su esposo fue alcanzado por las balas fatales que disparó un francotirador el 22 de noviembre de 1963. David Ormsby Gore había perdido a su mujer en un accidente en mayo de 1967. “Hemos visto tanto y compartido y perdido tanto juntos. Espero que ese vínculo de amor y dolor nunca se corte”, le escribió ella al ex embajador británico en Washington que fue gran amigo de John Fitzgerald Kennedy. Los dos viudos hicieron un viaje a los templos de Angkor Wat en Camboya, a finales de 1967. A los pocos meses, él le propuso matrimonio a ella.
Y ella le rompió el corazón: “Si alguna vez puedo cerrar las heridas y hallar un poco de consuelo, será con alguien que no sea parte de todo mi mundo de pasado y dolor”, lo rechazó. “Puedo encontrar eso ahora, si el mundo nos lo permite”, agregó, porque se iba a casar con Aristóteles Onassis.
La historia de amor y tristeza entre Jacqueline Kennedy y Lord Harlech se acaba de conocer por las cartas manuscritas que ella le envió y él guardó bajo llave en unas cajas rojas de cuero hasta su muerte en 1985, y que la familia descubrió hace un mes en su casa de Talsarnau, en Gwynedd, al oeste de Gales.
El 29 marzo se venderán en una subasta en la firma Bonhams, con un precio de base de £180.000 (casi USD 225.000). Antes, el 2 de marzo, varias de ellas se mostrarán en la sala de exposición de Bonhams en Nueva York. Matthew Haley, encargado de libros especiales y manuscritos de la compañía, dijo a The New York Times: “Simplemente no es común dar con esta cantidad de conocimiento sobe la vida personal de Jackie, o con ese nivel de intimidad”.
Además de las cartas hay otros papeles: un pase de ingreso a la Casa Blanca fechado al día siguiente del asesinato de Kennedy; una carta de Robert Kennedy firmada “Bobby” e instrucciones para quienes llevaron el ataúd del ex Fiscal General luego de su asesinato en 1968.
Algunas de las cartas fueron escritas en el yate de Onassis en Grecia: el papel lleva la marca del escudo de la nave. En una de ellas, Kennedy le dijo a Ormsby Gore: “Eres como mi hermano amado, amado, y un mentor, y el único espíritu original que conozco, como lo eras para Jack”.
Probablemente no fueron las palabras que Lord Harlech hubiera querido leer. En el borrador de una carta que él escribió tras la negativa de ella, dijo: “Todos los planes patéticos que traje para visitar Cirenaica, vacaciones uno junto al otro y una variedad de soluciones para nuestro problema del casamiento, incluida una boda secreta este verano, planes que nos vi comentando, en calma y con toda franqueza como hicimos en el Cabo y en Cambodia, durante los próximos diez días… Todo se ha convertido en basura irrelevante para tirar en las horas inmediatas a mi aterrizaje en Nueva York”, citó el diario británico The Guardian.
Sin embargo, es cierto que el vínculo entre Ormsby Gore y el ex presidente Kennedy fue de enorme importancia para que Jacqueline estimase al diplomático. Kennedy lo consultaba regularmente sobre temas de política exterior: su opinión fue muy atendida durante la Crisis de los Misiles de 1962, las discusiones sobre Vietnam y el desarme nuclear. Entre las cartas también hay una del mandatario: “Valoro, como sabes, tu juicio en estas cuestiones críticas, [juicio] que he descubierto que es siempre bueno y verdadero”.
Barbara Leaming, autora de biografías de JFK y de Jacqueline Kennedy-Onassis, dijo al diario estadounidense que Ormsby Gore era “la relación central que Jack tuvo en la presidencia”. Confiaba en él tanto como en su hermano Robert. “Jackie amaba en Jack al hombre en que él quería convertirse, y David era el hombre que, ante los ojos de ella, lo ayudaba a ser el hombre en que quería convertirse”.
El borrador de carta de Ormsby Gore lleva la fecha del 13 de noviembre de 1968, un mes después del casamiento de Jacqueline con Onassis, que sucedió a cuatro meses del asesinato del hermano de JFK, el ex fiscal general Robert Kennedy. Entre las líneas más duras se destaca la incredulidad del británico ante la decisión de vida que tomó la mujer de la que estaba enamorado:
“En cuanto a tu fotografía, lloro cuando la miro. ¿Por qué tienen que suceder cosas tan angustiosas? ¿Qué necesidad había? Durante horas y horas he tratado de comprender tu explicación y supongo que de algún modo la comprendo, sin estar de acuerdo con ella; pero lo que me resulta insoportable y, de algún modo, Jackie querida, falso, es que hayas podido llegar a una conclusión tan categórica”.
Ella la respondió para tratar de explicarse mejor: “Por favor entiende —tú más que nadie debes saberlo— que nunca se puede mirar realmente el corazón de otro. Me conoces. Y debes saber que el hombre del que tú escribes en tu carta no es un hombre con el que yo me podría casar”.
Onassis, siguió ella, “está solo y quiere protegerme de la soledad”. Lo describió como “sabio y amable”. E hizo referencia al escrutinio constante bajo el que vivieron los Kennedy: “Sé que es una sorpresa para mucha gente. Pero imaginan cosas para mí que yo nunca quise para mí”.
Ormsby Gore superó el rechazo y se volvió a enamorar: en diciembre de 1969 se casó con Pamela Colin, una mujer físicamente parecida a Kennedy-Onassis. Cuando él murió, a los 66 años, su viejo amor asistió al funeral.