El artista y fotógrafo peruano Christian Fuchs está obsesionado con sus ilustres antepasados y pasa meses recreando minuciosamente retratos de ellos y posando él mismo como uno de ellos, sea hombre o mujer.
Es una forma extraña de acercarse a sus antepasados, pero a él le funciona.
Las paredes de su elegante apartamento con vistas al Océano Pacífico en el barrio bohemio de Lima, Barranco, están llenas de cuadros de sus antepasados, aristócratas europeos y latinoamericanos.
Pero si los miras más de cerca, te das cuenta de que muchos de los retratos son, de hecho, fotografías de Fuchs, vestido como ellos.
Todo comenzó cuando Fuchs, que ahora tiene 37, tenía 10 años.
A su madre le diagnosticaron esquizofrenia y fue internada en un hospital psiquiátrico, donde murió cinco años después. Su padre dejó a la familia, se volvió a casar y desapareció.
Fuchs y su hermano y hermana fueron criados por sus abuelos paternos.
“Crecí rodeado de retratos y objetos que pertenecieron a mi familia por hasta cinco generaciones”, explica.
“Cuando niño, miraba los retratos y jugaba con ellos. Si no sabía los nombres de los personajes, los inventaba. Me acuerdo de observarlos durante horas, y sentir que ellos me observaban también a mí. Algunas veces les hablaba y esto me acabó llevando a hacer una reinterpretación de ellos”.
La abuela de Fuch, Catalina del Carmen Silva Schilling, jugó un importante papel en todo esto. Nacida en Chile de familia alemana, también fue criada por sus abuelos.
“Me contaba historias sobre nuestros familiares en Chile y Alemania, y aprendí a ver las cosas a través de sus ojos”, dice Fuchs.
“Era algo mágico. Me hablaba de familiares como la bisabuela de mi abuela, Marie Schencke, que también provenía de Alemania. Su familia llevó la electricidad a Osorno, en Chile”.
Años después, Fuchs fue a la universidad a estudiar Derecho, pero tras unos meses trabajando como abogado, lo dejó para hacerse artista y se encontró de nuevo observando los retratos.
“Estaba mirando uno de los retratos familiares, de 1830, de mi tatarabuela Eleonora”.
“Y empecé a pensar si, dado que tenemos los mismo genes, ¿podría parecerme a ella? Esa tarde fui a la peluquería y les dije que me hicieran rizos. Pensé que era una buena idea para un nuevo proyecto”.
El proceso de reinterpretar a sus antepasados puede llevarle muchos meses.
Fuchs lee sus cartas y habla con sus familiares sobre ellas.
Lleva fotos de sus retratos a un sastre local que intenta imitar las ropas, algunas de las cuales son del siglo XVIII, lo más fielmente posible, y a un joyero para que haga réplicas de las joyas.
Disfrazarse de mujer puede ser especialmente problemático, dice Fuchs, y no solo porque los corsés le parecen muy incómodos.
“Es complicado porque tengo que depilarme”, dice, “y soy muy peludo”.
Disfrazar su cara también puede llevar entre tres y cinco horas.
Aunque las obras terminadas se parecen mucho a un cuadro, en realidad son fotografías digitales tomadas con una luz muy brillante, lo que hace que la piel maquillada de Fuch aparezca muy pálida, casi como porcelana.
Las fotografías luego se imprimen en mate, en papel algodón y, como toque final, Fuch las exhibe en marcos que sean apropiados para el periodo histórico en el que vivió la persona que está recreando.
Las exhibe y las vende a coleccionistas de arte de todo el mundo, aunque para él el proyecto es principalmente una forma de ayudarle a conectarse con su pasado.
“Al principio mi familia pensó que yo era raro”, dice Fuchs, “pero ahora les gustan mucho las piezas y quieren averiguar más sobre sus familiares”.
Fuch trabaja ahora en transformarse en su tía trastatarabuela, Dorothea Viehmann, nacida en Kassel, Alemania, en 1755.
Para lograr un buen parecido, el artista del maquillaje Juan Diego Peschiera pone capa tras capa de látex líquido en la cara de Fuch.
“Los ojos son la parte más difícil de hacer de la cara”, explica.
Fuchs ha recreado hasta ahora 11 retratos, pero tiene muchos más en mente, incluida la Reina Isabel I, María I de Escocia y William Shakespeare.
Fuchs cree que son familiares lejanos suyos y piensa confirmarlo utilizando una página web de genealogía genética.
Pero hay una persona muy especial para él, de la que se gustaría disfrazar especialmente, su abuela Catalina del Carmen.
Carmen, que fue como una madre para Fuchs, murió justo después de Navidad, y él todavía está en duelo.
“Va a ser muy difícil hacerle justicia”, dice, “era tan bella y tenía una nariz mucho más pequeña que la mía, pero tengo muchas ganas de probar”.
Vía: BBC