Fue nombrado por el Guinness World Records. Su mamá no tenía idea que estaba cargando a dos bebés en su vientre cuando Kenny Cridge y su hermana melliza Dorothy, nacieron en 1939. Al comienzo, los doctores pensaron que Kenny venía muerto, pero, luego, se reanimó y notaron que el pequeño tenía síndrome de Down.
Los años siguientes no fueron fáciles para sus padres, criar a un niño con síndrome de Down requiere cuidados especiales, per Kenny siempre logró alegrar a todos a su al rededor. Cuando era pequeño, su padre le regaló una bicicleta y los vecinos podían ver cómo el dulce niño acompañaba a su papá a todas partes dando vueltas al ritmo del pedal. Hasta el día de hoy, la gente del pueblo pregunta por él.
En esa época, la expectativa de vida para los niños con síndrome de Down era de 12 años de edad, aproximadamente. A Kenny le esperaba un futuro fatal y devastador. Pero pronto, demostraría que en esta vida, todo es posible.
Primero murió su hermana Dorothy, quién llegó a edad adulta, pero tuvo que partir. Entonces, quedaron solo Kenny y su madre en una casa en Hinton St George, Somerset. Eso, hasta que ella murió a los 90 años de edad. Luego, Kenny se fue a vivir con su sobrino Kevin Griffiths y cuando alcanzó una edad demasiado adulta, se trasladó al hogar para ancianos Wisteria House en Tintinhull, Yeovil, Somerset.
En el 2008, Kenny ya había sido nombrado como el hombre con síndrome de Down más adulto del mundo, por el Guinness World Records, cuando cumplí los 68 años de edad el 15 de febrero. Hoy, supera todas las expectativas cuando, feliz, sopla las velas de su cumpleaños número 77.
El hombre con síndrome de Down más viejo, registrado en la historia, fue Bert Holbrook de Minnesota, EE.UU, quien murió con 83 años. Todo indica que si Kenny sigue gozando de tan buena salud, pronto lo alcanzará. La mujer con síndrome de Down más antigua es Dollie Grissom de 74 años de edad y se encuentra en Oklahoma, EE.UU.
“Él es feliz y siempre tiene una sonrisa para todos. Kenny puede alegrar el día de cualquier persona con su sonrisa y su risa. Es muy cariñoso y le encanta dar besos y abrazos. Kenny es uno en un millón y somos muy afortunados de tenerlo en nuestras vidas en Wisteria House”
– Ann Nicholson, gerente de la casa de cuidados –