Este cirujano fue sentenciado a cadena perpetua ¡Mira todo lo que hizo a sus pacientes!

“Es un monstruo”, “un psicópata”, “un asesino”…

Estas son solo algunas de las palabras que usaron las víctimas para describir al criminal que era juzgado frente a ellos. Pero jamás te esperarías que estuvieran dirigidas a… un doctor.
El neurocirujano Christopher Duntsch, de Texas (Estados Unidos) solía llamarse a sí mismo “el mejor cirujano de todo Dallas”. Sus anuncios aparecían en televisión y en los periódicos. Atraía a la gente que sufría de dolor de espalda y de cuello. Y estos pacientes iban hacia él, convencidos de que este hombre cambiaría sus vidas.
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Su curriculum era impresionante: había obtenido estudios de máster y doctorado en la University of Tennessee Health Science Center en Memphis, Estados Unidos. Era, además, el director de dos laboratorios y uno de los inversionistas de una marca muy exitosa.
Pero, de un momento a otro, su vida empezó a irse cuesta abajo. Uno de sus proyectos fracasó y, por el otro, recibió demandas ante la justicia. Finalmente, vio cómo su reputación y su carrera como empresario se habían dañado por completo. Desde entonces, empezó a ocuparse principalmente a la investigación científica, pero pronto tuvo que abandonarla también. En ese momento fue cuando decidió trabajar como cirujano.
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No le costó encontrar trabajo en hospitales, pero su dudoso comportamiento hizo que lo echaran de un par antes de establecerse en el hospital de Dallas. Tras el corto período de tiempo en el que Duntsch trabajó como neurocirujano, las demandas de sus pacientes empezaron a llover. Sorpresivamente, la mayoría de las personas que había ido a operarse por problemas sencillos en su columna vertebral había terminado con problemas peores, paralizadas e, incluso, muertas.
Poco a poco, una terrible verdad comenzó a salir a la luz. Uno de los pacientes afectados investigó al presunto doctor e, impresionado, descubrió que el nombre de Duntsch no figuraba en ningún documento de la universidad a la que él supuestamente había asistido. Además, se rumoraba que era un adicto a las drogas y que lo habían visto consumir cocaína en fiestas para luego irse a trabajar sin el más mínimo sentimiento de culpa.
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Durante estos años, diversos eventos demostraron que la salud y claridad mental del doctor Duntsch iba de mal en peor: dos de sus pacientes murieron a causa de los problemas generados durante las cirugías. Sin embargo, y a pesar de las evidencias, ningún hospital hizo denuncia alguna contra este hombre.
Su vida parecía haberse salido de control y estarse precipitando rápidamente al vacío. Al mismo tiempo, continuaba trabajando y cometiendo errores en el quirófano que afectaban a más y más personas.
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Los pacientes que resultaron con secuelas por sus malos procedimientos fueron tantos, que las denuncias se acumularon y, eventualmente, el doctor Duntsch fue llevado ante la justicia.
Christopher Duntsch se declaró a sí mismo inocente, pero los testimonios de las víctimas eran numerosos. Incluso uno de sus amigos de la infancia contó que Duntsch lo dejó cuadrapléjico tras una operación que debía ser sencilla. Además, durante el juicio se hizo público un correo electrónico que le había enviado a su amante. En él escribía: “Estoy listo para abandonar el amor y la amabilidad y la bondad y la paciencia que mezclo con todos lo demás que soy, para convertirme en un asesino a sangre fría”.
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Las víctimas de Christopher Duntsch testificaron una a una frente al juez. El doctor había removido huesos imprescindibles de la columna vertebral, cortado nervios y arterias a destajo e, incluso, había “olvidado” una esponja dentro de un paciente. “Es casi literalmente un asesino serial”, comenta el doctor que atendió posteriormente a las víctimas.
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Frente a las incontables pruebas en su contra, el jurado lo declaró culpable el día 31 de enero de este año. Si bien los afectados nunca podrán recuperar sus vidas como eran antes de encontrarse con este doctor de película de terror, al menos saber que está en la cárcel es un alivio, aunque sea mínimo.

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